COMIENZAN LOS SANFERMINES

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Ya ha llovido desde que visité la capital Navarra, para presenciar algunas corridas de toros y observar con admiración, un tipismo tan excepcional y un colorido tal, que me impactaron  sobremanera los festejos taurinos en honor del obispo San Fermín , que hizo famoso, universalmente el autor del “Verano Sangriento” Ernesto Hermingway.

 

Nada tienen que ver con otras plazas de toros, por ejemplo la de Sevilla, aquí todo es seriedad, aplausos, silencio, discusión apasionada o protesta. Sin embargo Pamplona tiene su personalidad y sello clásico, llevado a cabo por las “cuadrilla” o “ mocina  de  bronce”, que reunidas en peñas de recreo. Cruzan las calles las bandas de músicas en alegres dianas y pasacalles, lanzando al aire alegres armonía escapadas del pentagrama, para unirse con las notas bravías de la jota Navarra que brota valiente de la garganta de un paisano de Gayarre.

    

La actuación de estas agrupaciones en las corridas de toros son: señalar en primer lugar la hora de la corrida  con el recorrido, siempre acompañada de su música y bailes, por lo que la entrada resulta ya animada. Estas gentes del  “bronce” suelen marcar    también la marcha exacta del resultado artístico de la corrida. Son entendidos y justos, tanto en sus protestas como en sus aplausos. Si el diestro esta precavido, apático  sin ganas, aburrido y no este bien con el toro, las “cuadrillas”, comienzan hacer sonar sus músicas, a bailar al son de ellas, volviendo la espalda a lo que sucede en el ruedo. Pero si el torero  reacciona y   enmienda la faena a favor, calla  y sus aplausos son de los más  fuertes,  jalean al torero y le premian con justicia.

 

Así pues, resulta que la famosa y bárbara Fiesta Nacional suele ser grande por que esta llena de grandes actos de justicia e injusticia. Es como decía “Antoñete”, el único espectáculo en el que en solo unos segundos el público pasa de los más graves insultos al entusiasmo. Es cierto que en la primera ocasión desconciertan un poco al aficionado serio y meticuloso, pero este mismo aficionado se va identificando poco a poco al tipismo navarro y le convierte en un entusiasta  mas en el fondo y en la forma, de sus festejos, terminando enamorado de los mismos y vuelven en ediciones posteriores a la capital Navarra.

 

La primera vez que visite los sanfermines, hizo el paseíllo nuestro paisano Juan Mora en Pamplona, que a la postre resultaría el triunfador de dicho ciclo. El torero de Plasencia, a sus dos oponentes le hizo faenas de “retina”, estuvo colosal, en maestro.     Mas tarde visite a nuestro torero en el Hals del “Hotel Yordi”, estuvimos comentando su gran triunfo, donde realizo la mejor faena de la feria y donde solté uno de los ¡ olés¡ más fuerte que he dado en mi vida.

 

 

Desde el jueves,  a las ocho horas de la mañana se celebra el encierro de las reses, que mas tarde serán lidiadas. A los mismos acuden los pamplonicas ávidos de emociones, siendo estos espectáculos de gran fuerza dramática y el del mayor contenido sugestivo.