El diccionario Espasa define la errata como «una equivocación material cometida en lo impreso o manuscrito». Humorísticamente se da a las erratas el nombre de «moscas» . Para los eruditos se trata de un lapsus linguae o calami.
En realidad es sencillamente, una discordancia entre lo escrito y lo publicado por la imprenta, no querida por el autor o inconscientemente producida por el que imprimió el texto, aunque a veces se advierten erratas deliberadas, conscientes, que implican una intención dolosa en cuanto sorprenden la buena fe del lector ingenuo,haciendole creer que es una falta o descuido del linotipista.
El autor de un libro o el editorialista, salva las erratas en la misma publicación. Así suele corregirse el yerro, desautorizando la versión apócrifa surgida por error. Debemos señalar que en el ámbito jurídico el uso de palabras equivocadas o redacciones incorrectas puede crear graves problemas. Se ha llegado a decir que si las leyes y los contratos estuvieran bien redactados y sin errores, los abogados tendrían que cerrar sus despachos. Parece exagerado pero es evidente que cualquier equivocación en el mundo del derecho puede tener importantes consecuencias .Recordemos el sarcástico error que apareció en el Boletín Oficial del Estado que al citar al Poder Judicial ,se cambió la P por la Jota y podía leerse «Joder Judicial» .No es lo mismo considerar a un organismo oficial «sin ánimo de lucro» que » sinónimo de lucro», como ha sucedido en unos Estatutos sociales, ni de cambiar demandante por demandado. Se trata de erratas que pueden fácilmente subsanarse, pero otras veces no son equivocaciones intranscendentes. En la Constitución Español de 1931,se propugnaba la «gratitud» de la justicia para los litigantes sin recursos, en lugar de la «gratuidad», lo que resultaba una amarga ironía. Unamuno en su artículo titulado Sobre una Errata explica que al mencionar el Canal de la Mancha que une Francia con el reino Unido, le llamó Canal de la Manga lo que podía parecer una burla.
El eminente jurista Pérez Serrano en su obra Escritos de Derecho Político mantuvo que las erratas son una veces intencionadas, otras crueles, incluso algunas llegan a ser vengadoras y hay que proceder a su rápida rectificación con las mayores garantías porque pueden ser graves ,incluso cambiar el fondo del asunto. Un ejemplo que se cita es la versión española de la Teoría General del Estado de Jellinek donde en la fe de erratas figuraban auténticas modificaciones del fondo. El adjetivo público se transformaba en político y la expresión «ciencias morales» se convertía en «ciencias del Espíritu».
Otro ejemplo no tan lejano lo tenemos en la corrección de errores del Real Decreto 8/2010 de medidas extraordinarias para la reducción del déficit público. Hasta doce rectificaciones han señalado los estudiosos. Hay de todo: errores gramaticales, donde dice «Un marzo» debe decir «en marzo», errores de concepto, donde dice «sueldo y trienio» debe decir «sueldo y complemento de destino», incluso errores cronológicos donde dice » hasta el 31 de diciembre», debe decir a partir del día 1 enero etc.
Pero tan importante o más es la redacción de las leyes, que deben expresarse con tal concreción que no permitan interpretaciones desviadas. Bertrand Russel contaba que un lexicólogo británico definía la avena como «comida para los caballos en Inglaterra y para los humanos en Escocia».
Las leyes deben ofrecer seguridad y ser concretas en las formas. Se dice que Sthendal procuraba «templar su estilo literario» antes de escribir sus obras, leyendo el Código Napoleónico,por la precisión de su lenguaje. También los periódicos tienen sus erratas jocosas como aquella que decía: «Holanda solicita setenta enfermeros para la recogida de espárragos», «el accidente que produjo daños cerebrales en el hígado de la víctima» o el de «sucio-fundador» en lugar de «socio-fundador», pero hay que reconocer que tienen menos transcendencia.
El gran poeta Luis Alberto de Cuenca ha escrito un poema titulado Fe de Erratas en el que uno de los versos dice :»donde puse te quiero», debe decir » te quiero con locura», una licencia poética muy bella.
LA AUTORA ES ACADÉMICA CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN.