plaza de albatros
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Ave marina de alas blancas muy largas y estrechas, que vive principalmente en los océanos Índico y Pacífico. Eso dice el DRAE. Bien. También Albatros es una plaza en algún lugar de una urbe extremeña. Entre Hervás y Santa Olalla del Cala, o sea, entre el extremo norte y el extremo sur de Extremadura hay una placita, ¿o hay más?, que bautizaron como Albatros. ¿En qué ciudad? En la que sea; pero debe de ser la única donde sucede lo que sucede y  viene sucediendo desde hace décadas; pero  nadie puede ni quiere poner fin a tanto desvarío. No hay modo. Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón los nidos a colgar; pero que te conste, que lo que pasa en Albatros seguirá pasando “al di là della vita”. Es decir, que falleceremos y los que vengan después seguirán aguantando esa ignominia. Bueno, tal vez suceda que nadie ocupe los edificios  que rodean a la susodicha plaza de Albatros. ¿Pero se puede saber qué pasa ahí? “No pasa na, y si pasa, que pase” dijo aquel de Casas Viejas, antes de que le llenaran  la barriga de plomo, por orden de Azaña. Bien, vamos al quid de la cuestión. ¿Qué tal si usted duerme a intervalos las noches desde el jueves al domingo, porque no puede conciliar el sueño, debido a los berridos en la calle de esa juventud ahíta de alcohol, otras cosas y la amargura de no haber ligado con una linda jeva? ¿Y por qué ahí y a esas horas? No sabemos la razón , pero no debe de andar muy descaminado el que piense que ahí porque es el único lugar donde hay locales abiertos hasta las cuatro, las cinco o las seis  de la mañana y luego hasta mucho más allá del alba, bien avanzado el día. Macanudo, tienen su licencia, sus permisos y aquí en paz, morena. Pero los usuarios de esos locales salen a la calle, riñen, vociferan, cantan a grito pelado, arrojan vasos (está todo lleno de cristales rotos), hay vómitos por doquier; los grafiteros han hecho  su agosto y lo peor…frustrados y rebosantes de mala uva, la emprenden a patadas contra los espejos retrovisores de los coches que encuentran en su camino. “Oye, ¿me das un cigarro?” le dijo una chica al paseante madrugador con su perrito, mientras se bajaba pantalón y tanga y miccionaba  ante el asombrado vecino, que osó salir de casa a esas horas del alba. Esas escenas,  a la orden del día. ¿Hay orden, hay convivencia, hay educación, hay civismo?.. y una leche merengada también.

¿Qué dice el orden público, qué las fuerzas del orden, qué los ediles del orden, y la culiada democracia vigente? Absolutamente nada. Si te rompen el espejo del coche la culpa es tuya por dejarlo ahí. Si no puedes descansar, vete a vivir a otro sitio. En una ciudad – ¿o hay más? – de la cacareada autonomía hay un barrio con una placita en la que adornan su entorno diez locales de copas..¡diez! y algún local con patente de corso para despachar hasta las mil y quinientas del siguiente día. Muchas gracias dignísimas y excelentísimas autoridades por su ayuda y comprensión. Amen Jesús.


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