aris
Comparte en redes sociales

Querida “Ari”: Hace muy pocos días que te has ido. No debiera escribirte tan pronto. Tú sabes que con el alma dolorida y el corazón herido no se expresa uno como es debido. Pero me da igual. Tú me entiendes muy bien y siempre disculpas mis fallos e impertinencias. ¿Qué cómo estoy? Cómo voy a estar, si tú no estás ahí echadita en tu rincón. Imagínate. Fatal. Ya sabes que soy pesimista y tiendo al lado oscuro de la vida. Ahora mismo tu falta me tiene desconcertado y no doy pie con bola en nada. Tu último día no se me va de la mente. Ya sé que no sufriste nada, pero oí tu voz cuando te llevábamos a la clínica. Tu niño, que es más fuerte, seguro que está peor que yo, pero sabe llevarlo, no como yo. Tú descansa y no te preocupes por nosotros. He escrito algún artículo sobre ti. Familia y amigos me han llamado y escrito para darme ánimos. Como me los has dado siempre tú. Recuerdo cómo me mirabas cuando fallaba la perdiz, que me habías preparado tú con tu postura. Yo, rabiaba y tú me decías, con tu mirada, que no me preocupara que habría más ocasiones. ¿Por qué has sido tan complaciente conmigo? No te vayas muy lejos, “Ari” y ten paciencia para esperarme. Te avisaré cuando vaya llegando para darte un abrazo enorme. Nos sentaremos los dos a mirar la Eternidad, como hacíamos en el monte en los descansos de la caza;  pero antes te tengo que contar cosas que pasan en esta vida. Ten por seguro de que no te olvidaré ni un segundo. Te abraza tu amigo.


Comparte en redes sociales

2 comentarios

  1. Me entero ahora, Salva. Lo lamento.
    Hace un par de meses perdimos a uno de los nuestros -«Matrix»-
    19 años de vida compartida. Mestizo, pequeñín pero matón. En casa, fiero y avisando a las perras grandes como un perrillo carea.
    Espero que sea verdad lo de encontrarse de nuevo.
    Un abrazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *