El fútbol es más reconocido por los dos grandes torneos que tiene: la Copa del Mundo y la Eurocopa. Sin embargo, hay un tercer gran campeonato que muchos olvidan porque está rodeado de un macroevento deportivo a nivel mundial: el torneo olímpico. Los Juegos Olímpicos llevan desde el siglo XX contando con el fútbol dentro de su programa, con sus propias particularidades que lo hacen un torneo muy interesante.
Historia y evolución
El fútbol lleva siendo deporte olímpico desde los Juegos de París de 1900, pero no fue hasta Londres 1908 que se organizó oficialmente bajo la autoridad de la FIFA. Desde entonces, el torneo ha ido cambiando sus reglas, adaptándose a la evolución del deporte y el propio movimiento olímpico.
Una de sus características más interesantes de los primeros torneos olímpicos fue el enfoque en el amateurismo. Si bien los JJOO fueron los precursores de la Copa del Mundo (de hecho, Uruguay tiene cuatro estrellas en su camiseta gracias a dos oros olímpicos logrados en los primeros años), con la creación de esta, pasaron a ser un torneo amateur, respetando la Carta Olímpica al pie de la letra.
Con los cambios en el mundo del deporte en general, y del fútbol en particular, el Comité Olímpico Internacional tuvo que hacer varios cambios en el fútbol olímpico para adaptarse a los nuevos tiempos. En 1984 se pusieron los primeros límites, con los combinados nacionales de Sudamérica y Europa teniendo que presentar a jugadores juveniles o que no hubieran disputado un partido del Mundial.
El último y definitivo cambio, sin embargo, llegó en los JJOO de Barcelona de 1992. Ese año, el torneo olímpico quedó limitado a jugadores menores de 23 años, con la excepción de tres jugadores mayores que cada país puede incluir en su plantilla. Así, la Copa del Mundo y los JJOO quedaban diferenciados… pero solo en el caso masculino. El torneo femenino, por su parte, no cuenta con restricciones de edad.
El camino hacia la gloria olímpica
Por su parte, la clasificación para el torneo olímpico es un poco más compleja que para la Copa del Mundo, en gran medida porque el método clasificatorio cambia por confederación continental. En Europa, por ejemplo, las plazas olímpicas dependen del Campeonato Europeo Sub-21, mientras que Sudamérica las otorga por el Preolímpico Sudamericano Sub-23, torneos bastante interesantes para los aficionados y que suelen tener cierto seguimiento en Betfair para descubrir nuevos talentos y dilucidar los posibles favoritos.
Una vez en los Juegos Olímpicos, los equipos se dividen en grupos, seguidos de rondas eliminatorias y culminando con los partidos en los que se decidirán las medallas de oro, plata y bronce. Además, el torneo suele ofrecer alguna sorpresa en las apuestas deportivas, algo no tan habitual en la Copa Mundial, en gran medida gracias a las plantillas más jóvenes y con menos experiencia.
El papel del fútbol olímpico femenino
El torneo también ha servido como catalizador para el desarrollo del fútbol femenino, proporcionando una plataforma para que las jugadoras muestren su talento en un escenario global. La creciente popularidad y competitividad del torneo femenino es un testimonio del progreso hacia la igualdad de género en el deporte. Durante mucho tiempo, el torneo olímpico femenino ha tenido más interés que la Copa Mundial, aunque en las últimas ediciones este ha ido ganando peso.
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