conformismo
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Si se analizan los índices macroeconómicos y sociales de Extremadura, uno se pregunta cómo es posible que en esta región exista tanto conformismo y resignación sobre la situación socioeconómica que se vive en ella.

La comunidad autónoma presenta los menores índices de PIB y de renta disponible “per cápita” de España muy lejos de la media nacional. La tasa de paro es de las más elevadas del ranking español y destaca sobremanera el elevado paro juvenil. De igual modo lleva unos años perdiendo población, del orden de 4.000 habitantes anuales, y muchas zonas se vacían, aunque este proceso sea algo más lento que en otras regiones de España.

Pues bien, a pesar de estos datos tan negativos, en Extremadura no se observan movimientos ciudadanos vigorosos que reivindiquen un cambio de rumbo ante esta situación tan desfavorable.

En la sociedad civil extremeña existen algunos movimientos como el Club Senior de Extremadura que propone soluciones para intentar salir del pozo en el que estamos, y también otros como Punto de Encuentro de la Sociedad Civil, Real Sociedad Económica de Amigos del País, Pensando Extremadura o Cuadernos para el debate y la acción, que plantean fórmulas para mejorar el panorama existente.

Pero la sociedad civil extremeña tiene una estructura muy débil y a pesar de los esfuerzos de algunos movimientos ciudadanos o “think tanks” regionales como los expuestos, la mayoría de los extremeños participan poco o nada de esta sociedad civil, que debiera ser la que marcara el paso a los políticos para buscar solución a la grave problemática que nos afecta.

Los movimientos ecologistas sí que están bien organizados y son escuchados por los políticos de turno que en gran parte siguen sus teorías de convertir Extremadura en un territorio con altos niveles de protección ambiental. Somos la región ambientalmente más protegida de España. Este excesivo blindaje proteccionista – cerca del 35 % de Extremadura goza de algún tipo de figura de protección y estamos en cabeza de hectáreas protegidas “per cápita” – no se traduce en una mejora de los datos macroeconómicos, ni de los niveles de desempleo, ni fija la población en el territorio. Y en mi opinión el seguir este modelo, que frena la industrialización, es una de las causas que nos abocan a nuestra precaria situación actual.

 Analicemos algunas posibles causas de este conformismo extremeño.

Tenemos una región con un clima (Mediterráneo Subtropical, Papadakis 1980) relativamente suave, excepto en verano que es caluroso. El invierno no tiene temperaturas extremas excesivamente bajas y la primavera y el otoño son estaciones de clima suave. Tampoco hay una excesiva pluviometría, salvo en zonas montañosas, por lo que el clima poco agresivo es una de las causas que contribuye a que podamos disfrutar de una cierta calidad de vida en la región en sentido climatológico.  La reducida contaminación atmosférica existente mejora la situación.

Por otro lado, una buena parte de la población extremeña, recibe sus emolumentos del sector público: funcionarios, empleados de empresas públicas y también los jubilados. Una elevada garantía y seguridad en la percepción de sus retribuciones trae consigo que una buena parte de la población tenga a su alcance una razonable calidad de vida, si tenemos en cuenta que el nivel de precios en Extremadura está por debajo de la media nacional y de casi todas las comunidades autónomas de España.

Otra parte importante de la población recibe ayudas ligadas al antiguo PER ahora denominado AEPSA, prestaciones por desempleo – tenemos más de 100.000 parados en los diversos sectores – ayudas de renta básica o el IMV (Ingreso Mínimo Vital). Una mayoría de los perceptores de estas ayudas reside en pequeños o medianos núcleos de población y suele disponer de vivienda familiar en muchos casos heredada de sus padres y además muchos de ellos suelen ser propietarios de algún terreno, aunque sea de pequeña extensión, que le permite el cultivo de productos agrícolas para autoconsumo y el mantener algunos animales (gallinas, cerdos) que le suministran una parte de su alimentación. Esta situación les proporciona una vida de cierta calidad y las ayudas que perciben no son precisamente un acicate para que los desempleados busquen trabajo. Si además llevan a cabo algunos trabajos retribuidos en dudoso color, no hay un diferencial por lo que les merezca la pena buscar un empleo. Ni el sistema se lo exige.

De ahí las dificultades que tienen los empresarios para encontrar trabajadores en casi todos los sectores de la actividad económica a pesar de la elevada tasa de paro existente.

A todo lo anterior puede añadirse que, excepto en pueblos muy pequeños, la mayoría de los núcleos de población extremeños mantienen una cierta calidad en los servicios, aunque no sea la óptima. Disponen de centros de salud, casas de cultura, instalaciones deportivas, infraestructura digital suficiente y en general, una red de carreteras de las mejores de España (lo dice la Asociación Española de la Carretera) aunque pueda haber núcleos mal comunicados que constituyen una excepción.

Hay una masa importante de la población extremeña que se encuentra a gusto con su “statu quo” actual, ya que vive con una calidad de vida suficiente que genera un deseo de mantenerse en la situación en la que está. Y de ahí puede que nazca el conformismo social de la región.

Puede que también influyan razones históricas. No hubo en Extremadura una burguesía que aspirara a mejorar su situación e introducir la industrialización como ocurrió en otras regiones de España. Aquí además de tierra de frontera en la reconquista, hemos estado en manos de la nobleza, del clero, de las órdenes militares y de los terratenientes. Son poderes ultraconservadores que frenaron el progreso regional. Y esa rémora se nota en la sociedad extremeña.

En conclusión, en Extremadura se vive con una calidad de vida bastante notable, lo que puede justificar nuestro conformismo y la ausencia de lucha por mejorar nuestra situación. En Extremadura vivimos moderadamente bien. Los jóvenes son los que emigran en mayor medida. No hay sitio para ellos, ni puestos de trabajo adecuados. He hecho un recuento y el 75 % de los hijos de mis amigos y conocidos vive y trabaja fuera de Extremadura. Incluidas mis dos hijas.


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