Querida Ari: ¿Recuerdas cuántas veces hemos deambulado por los alrededores de la fuente Hinche? Muchas, tal vez cien. Y nos asomábamos luego a ver a la pobrecita de la Fuente Barba, o Bárbara, que está allí cerca, casi comida y oculta por la maleza. Íbamos primero hacia arriba, hacia los altos de La Sierrilla. Tú, correteando tras la “juélliga” de los conejitos y yo embebido en las meditaciones y elucubraciones habituales. Al llegar a los altos, dábamos media vuelta y volvíamos por nuestros pasos. Otra vez el lamentable estado de la Hinche, comida de abandono, basuras, malditos grafitis y dejadez municipal. Bueno, a otra cosa. Entrábamos en el Parque del Príncipe y el panorama cambiaba. Ahí sí, en el parque se nota la mano municipal, porque da gusto y gloria pasear por sus variado parajes. Llegábamos hasta la fuente La Madrila, que aún conserva retazos de su pasado ilustre; no en vano fue la que apagó muchísima sed y solucionó innumerables necesidades domésticas de las gentes del entorno. Tiempos aquellos. Nos salíamos del parque ¿Ari, recuerdas? Y tras saludar a Martín en su taller de coches, subíamos hasta la plaza de Albatros. Y ahí te quiero contar, Ari, lo que ha sucedido siempre y ahora ha recobrado pujanza: Las noches de La Madrila. Han vuelto los noctámbulos y nocherniegos, con reforzado ahínco , a convertir la barriada en objetivo de su falta de civismo y educación. El poder municipal, local, regional, autonómico a vaya usted a saber, dan permiso para que los locales permanezcan abiertos hasta avanzada la noche (las 5 del alba) y algún otro para que continúe abierto hasta las mil y quinientas. Imagínate Ari, el descanso de los que vivimos en el entorno de “la movida nocturna”. No, no creas que estamos contra los bares, discotecas o garitos de alterne. No es contra ellos. Lo que pedimos es que la gente alborotadora, que está en la calle, esté dentro de los locales y fuera no haya voces, berrido, rebuznos, alaridos y peleas a tutiplén como las variadas que hemos visto recientemente. ¿Comprendes Ari, estas nuestras lamentaciones? ¿No crees tú que esto es una cuestión de orden público y que alguien ha de tomar cartas en tan enconado problema social?
Ya te contaré cómo van las cosas. Si Dios quiere. SCM.