Bajo el sugerente título de “El Palacio de Luis de Chaves de Trujillo. Símbolo de la unidad nacional”, el Cronista y Académico Ramos Rubio ha presentado un interesantísimo libro publicado por Editorial Tau bajo el patrocinio de “Construcciones Abreu”, empresa dedicada a la restauración y rehabilitación de Patrimonio histórico-artístico.
El libro cuenta con una curiosa leyenda elaborada por el escritor Florentino Escribano Ruiz con el título: El Medallón de los Deseos.
En esta ocasión, José Antonio Ramos, dedica un estudio pormenorizado al Palacio de Luis de Chaves, símbolo de la unidad nacional, como reza en el título. Este palacio se encuentra encajado en uno de los lienzos de la muralla, siendo una de las casas-fuerte más importante de la ciudad, que protegía el acceso a la alcazaba por la puerta de Santiago. Edificio en el que vivió el que fuera prohombre de Isabel I de Castilla, don Luis de Chaves «el Viejo».
Cuando muere el rey Enrique IV en el año 1474, los regidores de Segovia proclaman a Isabel y a Fernando como Reyes de Castilla, así surge un reino por la fuerza de las armas y por la diplomacia política, con la ayuda de algunos nobles como Luis de Chaves «El Viejo», que apoyó con los caballeros de Trujillo a la reina Isabel en contra de la desventurada hija del matrimonio de Enrique IV con Juana de Portugal, a la cual llamaban «La Beltraneja». A partir de entonces, nadie disputaría ya a Isabel y Fernando el trono de Castilla, y a la muerte de Juan II de Aragón -cuyas honras fúnebres se celebraron en Trujillo- las dos grandes confederaciones de Estados peninsulares vienen a quedar bajo cetro de los mismos soberanos, preparando así la integración de la gran España. Los Reyes Católicos estuvieron alojados en este alcázar en todas las ocasiones en las que visitaron y residieron largas temporadas en Trujillo. Luis de Chaves mantenía una larga relación de amistad con Isabel «la Católica», y se posicionó sin dudarlo a su favor en la guerra sucesoria contra Juana “la Beltraneja”. En estas luchas, Luis de Chaves perdió a dos hijos. Su lealtad fue largamente recompensada. Además, en este palacio Isabel «la Católica» firmó el Tratado de Alcaçobas, que ponía fin a la guerra sucesoria y, por ende, a la guerra con Portugal.
Este edificio en uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil castellana de la Baja Edad Media.
El libro recoge, no solo el rico patrimonio histórico-artístico de este palacio, sino también la teoría de la conservación y la restauración del edificio, cómo ha ido cambiando y evolucionando a lo largo del tiempo en consonancia con las consideraciones sociales, políticas y culturales de cada época, apareciendo así conceptos y preceptos teóricos que han marcado la línea por la que se iban encauzando las distintas intervenciones.
