Recordamos y se repiten con frecuencia, las iniciales palabras de la obra de teatro Ricardo III de Shakespeare que comenzaba: Ahora el invierno de nuestro descontento da paso al cálido sol de York. En estos momentos, tenemos que dar paso al “sol” de la normalidad. Hemos sufrido una etapa que nunca imaginábamos tener que soportar, son muchas y enormes las dificultades que afrontar. La tragedia no tiene precedentes y nadie sabe cómo liberarse. Queda el inmenso deseo de que se encuentre pronto algún medicamento que acabe con esta infección. Cervantes ya dijo en su última hora: el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, lo importante es el deseo de vivir.
Después de esta terrible etapa tenemos que intentar con todas nuestras fuerzas volver a la vida normal. Los romanos decían:”ad sidera tendens”, hay que tender hacia las estrellas, aunque la dura experiencia nos ha cambiado y va a ser difícil olvidar.
Es muy conocida la obra del filósofo Bertrand Russell, La Conquista de la Felicidad en la que recomendaba algunos consejos para encontrar el bienestar que ahora nos parece difícil sobre todo cuando existe grave peligro para la salud.
Lo importante es cuidar a los afectados por esta rara enfermedad y sin duda, cultivar definitivamente las buenas prácticas en las relaciones humanas, en la familia y en el trabajo que son fundamentales para la curación física y social. En una obra importante titulada La Revolución de la Felicidad la autora señala los pasos que deben darse para alcanzar lo que los griegos denominaban ataraxia, la serenidad, la elevación espiritual, encontrar nuestra capacidad para gozar de las cosas importantes que nos lleven a la tan invocada normalidad.
En España los ciudadanos están dando un ejemplo sublime de humanidad. Se destaca el comportamiento de los profesionales sanitarios. A los que se le ha dedicado aprecio y admiración. Los hospitales españoles siempre han tenido un nivel muy elevado. Trabajan con gran preparación, competencia y reconocimiento internacional. No hace mucho un paciente español solicitó en el Reino Unido el diagnostico de un facultativo y este le respondió que todo lo había aprendido en España de un gran especialista que fue su maestro.
Es elevadísimo el número de trasplantes de órganos con resultados extraordinarios que asombran al mundo, cuantos cánceres se curan y que cantidad de intervenciones quirúrgicas se practican con éxito gracias a su estudio y dedicación.
No es menos destacable el esfuerzo de los trabajadores que nunca fueron socialmente importantes, empleados de tiendas de comestibles, farmacéuticos, barrederos, transportistas que tenían escaso relieve social y han conseguido que sigamos viviendo muy agradecidos y recordar también a todas las personas que voluntariamente se han presentado con profusión a ayudar para que no se produzca la depresión y la debacle económica. Lo cierto es que en tiempos difíciles se advierte en general entrega y comprensión. Los vecinos se ayudan, las familias se unen para apoyarse, los niños trabajan en casa con resignada disciplina.
Es este un buen momento para reflexionar. El bienestar es frágil, como estamos comprobando, hay que hacer lo posible para acabar con el mal y sacar algún bien de esta experiencia. Esperamos que pronto se solucione la epidemia que está devastando a toda Europa y al mundo y que pronto pueda restablecerse nuestra vida de siempre: que el invierno de nuestro descontento de paso a la normalidad aunque la tragedia nos haya dejado herido el corazón y “sangrando el alma” que diría el clásico. Que los deseos se conviertan en realidad.