Alguien muy cualificado que se considera de izquierdas llegó a decir que “sin la participación de la extrema derecha, la izquierda hubiera ganado en Andalucía”, el mismo planteamiento que fue tan criticado de aquella entonces diputada que mantuvo que si no votaran los mayores de cincuenta años, su formación política habría conseguido el poder en las elecciones y por último un ilustre catalán ha manifestado hace muy poco que en Cataluña la independencia es mayoría porque ha votado esa opción el 61% de los menores de cincuenta años. Recientemente también hemos oído que si solo votaran los mayores de sesenta años ganaría el Partido Popular. Estas afirmaciones son una simpleza que ofende al colectivo social. La democracia es el sistema del gobierno del pueblo, que se consagra mediante las votaciones, elección en las urnas en las que cada individuo ejerce su derecho. Todos los mayores de edad cualesquiera que sean su cultura, ideología, raza o religión, tienen derecho al voto, sin restricciones. Delimitar, acotar las decisiones de los que hayan cumplido unos años o limitar por cualquier circunstancia el derecho al voto, es absolutamente totalitario. El voto femenino fue rechazado durante algún tiempo alegando que las mujeres estaban influidas por los Obispos y se inclinarían por los gobernantes de derechas.
Estos planteamientos son antidemocráticos. Es un error defender que las personas que tienen más de cincuenta años o más de sesenta son gente de poco criterio Para los jóvenes de ahora, los que han cumplido esa edad tenían conceptos equivocados, pensaban que una hamburguesa era una joven de Hamburgo, un estudio el lugar de trabajo de un arquitecto, desconocían las pizzas, los laser y los GPS, los software o el mp3, pensaban que una dosis era una cucharada de ceregumil, sus teléfonos tenían cables y se casaban para vivir juntos. El mundo, aquel mundo que les tocó vivir ha experimentado un gran cambio, ya dijo el filósofo Pico de la Mirándola que la condición del ser humano es la mutabilidad, pero hay que señalar que esa generación ha conseguido grandes logros para su país .Han sido buenos profesionales, estupendos hijos y buenos padres, profundizando en la cultura grecolatina .Sin duda se diferencian de los de hoy que han estudiado inglés, pero dicen sin rubor que Sócrates es un jugador de futbol, no disfrutan con la cultura , hay quien pregunta que en qué quedamos se dice Suiza o se dice Suecia y manifiestan en una encuesta que la Galatea es una crema hidratante.
Los mayores o menores de cincuenta, de sesenta etc. son en la actualidad, y en general, extraordinarios trabajadores que se han sacrificado para que sus hijos tengan acceso a estudios superiores y para dejarles un legado de educación y de cultura. Es una crueldad decir que no hay que tenerlos en cuenta en su participación en las urnas. Una crueldad y una posición inaceptable. El ideal es remontar esa falta de visión y ser escépticos con los dogmas que agrietan, limitan el sentido abierto y expansivo del sistema democrático. Un gran pensador alemán ha mantenido que estamos ante un peligroso delirio donde unos grupos se han erigido en conductores de la colectividad sin una base de conocimientos y de gestión. Tienen que saber que la democracia es esa forma de gobierno que se obtiene exigiendo que cada persona pueda manifestarse y que se valore su elección, sin condiciones, ni trabas, con el voto de todos los que forman el conjunto social, que van a ser gobernados y deben elegir a sus gobernantes con total libertad. No puede tenerse en cuenta ni la edad ni otras condiciones de raza, religión o ideología. Cada persona, un voto.
La autora es Académica Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación