Esta manifestación resultaría indignante en cualquier país civilizado. Es obligado citar al autor, aunque sean dos líneas las que se han “tomado”, que pueden ser todo un recordatorio del que las escribió. Pensemos en las frases: «Ser o no ser, esa es la cuestión”, «Pienso, luego existo”, sin decir nada más o «Este es el invierno de nuestro descontento”, frase clásica de la literatura universal. Con todas ellas, una sola línea, se reconoce a sus creadores.
Precisamente esta escritora fue condenada por copiar “literalmente varios poemarios del excelente poeta leonés Antonio Colinas”, premio Nacional de Literatura. Debemos recordar también que con anterioridad un importante diario de Extremadura publicó un trabajo titulado La Eva futura, advirtiendo que la escritora se había apropiado del título de una novela publicada en Francia por entregas en la revista La Vie Modérne que la mayoría de los profesores de literatura consideran una verdadera delicadeza. Su lectura se recomienda en revistas y artículos periodísticos, junto con otras pequeñas grandes obras como el Vizconde Demediado, de Italo Calvino.
El que escribió La Eva futura fue Jean Marie Mathias, Conde de Villiers de L’Isle Adam, descendiente de una ilustre familia de la que heredó una gran fortuna que apenas le duró unos pocos años, dilapidó todo el capital, hasta el último céntimo. Su indigencia fue tan absoluta que llegó un momento en el que apenas disponía de unas monedas para comprar tinta y papel. En su casa no había ni un solo mueble teniendo que escribir en el suelo. Muy apreciado por sus contemporáneos. Influyó en León Bloy y al parecer en Paul Claudel. Sus amigos le socorrían llevándole alimentos para que pudiera subsistir.
El argumento de la obra del Conde de Villiers es muy original. Un famoso inventor crea una mujer artificial para un amigo que había perdido a su novia, con la intención de mitigar su dolor entregándole el invento que compensara la pérdida. Un crudo relato del amor de un joven por una mujer que, en realidad afronta el tema de la inteligencia artificial.
Precisamente con este título publicó la escritora que se menciona, una novela en cierto modo autobiográfica, un plagio del título, lo que no es habitual. Es más corriente copiar el contenido y elegir otro título.
Como se ha expuesto, fue condenada por un juzgado de Madrid por el plagio de los poemas de Colinas, El juez consideró que no se trataba de una “intertextualización”. Era palpable que había tomado gran parte de la obra del genial poeta. No hay que aceptar el abuso intelectual que significa apoderarse de un título o de parte de la obra de otro creador. Sería un gran escándalo que alguien eligiera para su producción títulos como Edipo Rey, La Montaña Mágica o Madame Bovary. Un verdadero robo intelectual. Citar a otro escritor eleva al que le recuerda pero haciendo constar el nombre del autor .Como dijo el profesor Laín Entralgo, las creaciones científicas o literarias no aparecen por azar, como un regalo del cielo .Suponen el esfuerzo de toda una vida y es una bajeza no señalar la autoría.