Dinero y poder, dinero y corrupción, dinero y prevaricación, dinero y tráfico de influencias, dinero y mafias, se retroalimentan y obligan a los Estados de derecho, a dedicar un esfuerzo importante a evitar esa retroalimentación, consecuencia de la insaciabilidad de riqueza y poder que parece estar inserta en los genes de la humanidad.
Vivimos en Extremadura un importante debate que divide interesada e inmoralmente a la ciudadanía, y que está empezando a fracturar no sólo el tejido ciudadano de Cáceres sino de las dos provincias que componen esta comunidad autónoma. Ya se sabe: divide y vencerás. Y la empresa que desde Australia ha venido a la ciudad de Cáceres para enriquecerse con el litio que guarda esta ciudad en sus entrañas, ha venido a vencer, no a convencer.
Ofrecen un proyecto industrial y minero, ambientalmente sostenible y socialmente positivo para Cáceres y Extremadura. En verdad, el proyecto sólo es positivo para los inversores australianos, como hemos podido comprobar siguiendo los chats especializados de la actividad bursátil de Australia. Allí, algunos accionistas y seguidores de Infinity Lithium Corporation Limited dejan claro quiénes son, y qué desean para Cáceres. Lo que desean para los lugareños, como nos llaman a los que aquí habitamos, es que el Covid nos doblegue y nos obligue a cambiar de opinión. A continuación, el pantallazo en que se hace tal afirmación.
La muerte y la ruina que provoca la pandemia es un instrumento más para doblegar a los lugareños de Cáceres. Que nadie se engañe, que con esta calaña de gente (o los gestores de sus intereses económicos) negocian nuestros políticos, tanto desde el Gobierno de España, como el de Extremadura. La Diputación de Cáceres no, porque su presidente no se mete en charcos. La única esperanza que nos queda es la Alcaldía, que tanto antes con el PP como ahora con el PSOE, es la única instancia que ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Gracias Elena, gracias Luis. Gracias por vuestra valentía, y atreveros a tener la verdad como lema, y no las consignas de partido.
Las otras líneas para doblegar a los lugareños de Cáceres, además, son, por un lado, utilizar a los políticos. Así dejan claro que un miembro del Parlamento Europeo se ha comprometido fuertemente con la iniciativa.
Y que la suerte y clave de los negocios en España está en meter a políticos en los consejos de administración de las empresas.
Está claro que estos chicos de Australia, que están muy lejos y boca abajo, pero no se les escapa nada, ya han captado rápidamente las vías de actuación: por un lado, que la pandemia nos vaya suficientemente mal para echarnos en brazos de cualquier canto de sirena, y, por otra, ¿implicar? a políticos de Europa, y de España, para conseguir su propósito.
Podrían ser simples comentarios de un foro más o menos anónimo, pero resulta sorprendente la semejanza con los fichajes y puertas giratorias a los que la empresa se ha lanzado. ¿Serán los últimos? ¿Hay ya más sin ser aún desvelados?
Todo ello lo engloban en una estrategia propia de este mundo de la posverdad, o sea: de la mentira camuflada de verdad, porque tienen mucho dinero y quieren ganar mucho más, esquilmado nuestra tierra en la que dejarán migajas y destrucción. Para ello han organizado un ejército de “Ivancitos”. Con dinero se dispone de los mejores “Ivancitos”. Hay muchos “Ivancitos” que están jugando a favor de la mina.
Están los Ivancitos de los Santos Inocentes, Ivancitos cortijeros, niños de papa, que necesitan colocar el patrimonio en algo muy rentable. Qué mejor que darles cobijo y encima tener luchadores a favor de la mina. Están los Ivancitos, de alta formación psicológica, sociológica, en manipulación de redes sociales y medios de comunicación en general, algunos incluso formados en U.S.A. Estos Ivancitos son los nuevos mercenarios del siglo XXI. Trabajan con el ejército del más poderoso del momento. Estos condotieri del siglo XXI, ya no luchan como César Borgia o el condotiero Cid con lanza, espada y escudo. Estos nuevos condotieri usan las nuevas tecnologías y la tergiversación de la imagen para llevar al máximo nivel la posverdad. Estos profesionales, que también así se hacen llamar, pasan de la política a la empresa contaminante, o de partido regional a nacional, sin importarles la ideología, o cualquier circunstancia personal o social. El fin justifica los medios, y basta que el dinero fluya con alegría hacia sus bolsillos. La verdad ¿A quién importa? Estamos en la era de la posverdad. ¿No nos ha dado ejemplo el Sr. Trump ofreciéndonos que nos curemos de la Covid ingiriendo legía?
La lista de Ivancitos que trabajan para la empresa no dejan de crecer, tengan o no sueldo declarado. Poco a poco se incorporan nuevos Ivancitos: los Ivancitos negacionistas del cambio climático, los Ivancitos que confunden la biodiversidad con las lagartijas, los Ivancitos que consideran que, ante los problemas importantes, lo mejor es la callada por respuesta, y la lista, estad seguros, no dejará de crecer. Tantos son los que van saliendo, que supongo que se entremezclan los Ivancitos que esperan obtener un claro beneficio, con los que simplemente, les gusta hacerse notar y pasan de documentarse debidamente antes de pronunciarse, porque al final no lo olvidemos: los Ivancitos más peligrosos son los tontos que no saben que lo son.