Estamos en una época trágica. Solo tenemos el deseo de que se encuentre pronto algún medicamento que acabe con la infección tan hiriente y sin sentido. En este momento es absolutamente necesario destacar el buen ejemplo que están dando nuestros compatriotas. Vecinos que ayudan sin condiciones, apoyo a las personas mayores, profesionales que trabajan sin descanso aún a costa de perder la salud, donaciones emocionantes y el respeto a las normas de los expertos. Todo para conseguir la normalidad que el ser humano anhela. Tenemos que volver a nuestra vida diaria, eso sí, con una experiencia difícil de olvidar.
Los profesionales de la sanidad están dando un ejemplo sublime. Su trabajo ha propiciado que se les dedique admiración y gratitud. Los hospitales españoles siempre han sido reflejo de buen hacer, aunque no han tenido el reconocimiento que se merecían. Sus profesionales, muy bien preparados, médicos, enfermeros y auxiliares de gran competencia realizan un trabajo imprescindible y poco reconocido. Se magnifican los fallos y por otro lado, las curaciones siempre se atribuyen al optimismo y a la fortaleza del enfermo. Ahora se está conociendo su profesionalidad y heroísmo. Este diario ha señalado que se está insistiendo en que los sanitarios enfermos se incorporen a su actividad antes de su alta, lo que es más que una temeridad, una actitud alarmante.
Por otra parte, conviene también señalar las iniciativas y detalles de particulares. En un piso cercano, una enferma llamada Gloria oye todos los días desde la ventana los aplausos nocturnos y una canción con la famosa pieza americana “Gloria” obra que le dedican mayores y niños de las casas de alrededor con un sonoro altavoz para que se sienta mejor. Es un detalle nimio pero que muestra gran apoyo a todos los que sufren. Conseguir una sonrisa es su intención y aliviar su convalecencia. Pero sin duda es heroico el esfuerzo de los trabajadores ahora considerados “esenciales”, estos en los que nunca nos fijamos: empleados de tiendas comestibles, farmacéuticos, transportistas, conductores de autobús, sin apenas relieve social, son lo que han conseguido que no se paralice la sociedad, e igualmente los periodistas difundiendo información que mantiene elevado nuestro espíritu.
Los trabajadores de la limpieza han difundido un eslogan muy certero: “las limpiadoras no solo limpian, salvan vidas” y es cierto. Sin estos trabajadores el virus habría invadido con más furia y no habríamos podido obtener comida para la subsistencia. Nuestro agradecimiento infinito.
Es verdad que hay excepciones, existen personas malintencionadas, tal vez con desequilibrio mental que, practican ataques físicos a los que exigen confinamiento, críticas al ideólogo contrario, desobediencia a las normas. Sin embargo, como se ha expuesto, en general, se ha comprobado un extraordinario comportamiento de bondad y comprensión. Ha sucedido en guerras, hambrunas y catástrofes múltiples, y lo estamos viviendo en nuestro país en estos días.
Es este un buen momento para reflexionar. Hay que hacer lo posible por sacar algún bien de este mal. Estremecen los aplausos que incondicionalmente noche tras noche se oyen en toda España para agradecer la magnífica entrega de todos los trabajadores en centros sanitarios, pero debe extenderse el agradecimiento a todos los que colaboran entregando su actividad con patente riesgo personal, son trabajadores sin cuya actividad hubiera sido imposible seguir adelante. Como dicen sus pancartas, salvan vidas.
GUADALUPE MUÑOZ ÁLVAREZ
ACADÉMICA CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN