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La cadena alimentaria, ¿ Quién se lo está llevando?

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La organización agraria COAG mantiene una publicación mensual llamada IPOD (Índice de Precios en Origen y Destino) que puede darnos una idea de cómo se incrementa el precio que en origen perciben los productores agrarios (agricultores y ganaderos) y el que finalmente se configura en destino, que es el que ha de pagar el consumidor.

Vamos a examinar algunos datos del IPOD correspondiente al mes de febrero del año 2024. Hay cuestiones sorprendentes.

Con el precio en origen la cadena alimentaria debiera remunerar al productor agrario, los costes de los insumos necesarios para obtener los productos (energía, combustibles, agua, semillas, plantones, fertilizantes y fitosanitarios, piensos, gastos veterinarios, mano de obra, seguros, amortizaciones) más un beneficio que constituiría la renta que lo producido le deja al agricultor o al ganadero.

Dentro del IPOD agrícola de febrero de 2024, vamos a ver aquellos productos con un incremento mayor del precio entre origen y destino.

El ajo se paga en origen a 1,17 €/kg y en destino 6,59 €/kg. Esto supone un incremento de precio entre el productor y consumidor del 463 %.

Los precios del brócoli son de 0,40 €/kg en origen y de 2,76 €/kg en destino lo que conlleva un incremento del 590 %.

La lechuga tiene un precio en origen de 0,17 €/kg y en destino de 1,19 €/kg lo que supone un aumento del 600 %.

El repollo se paga en origen a 0,33 €/kg y en destino a 1,80 €/kg lo que se traduce en un aumento del 445 %.

El tomate para ensalada se paga en origen a 0,39 €/kg y en destino a 2,28 €/kg los que implica una subida del 485 %.

El limón tiene un precio en origen de 0,16 €/kg y en destino de 1,87 €/kg lo que se traduce en un incremento del 1.069 %.

Y el plátano de 0,26 €/kg a 2,03 €/kg lo que equivale a una subida del 681 %.

El IPOD medio de los productos agrícolas experimenta un incremento de 4,68 veces el del precio en origen.

Respecto al sector ganadero tenemos los siguientes datos.

La ternera de 1ª, el kg de canal pasa de 5,48 € en origen a 21,05 € en destino. El incremento es del 284 %.

El kg de cordero vivo de 25 kg pasa de 4,61 € en origen a 18,96 € en destino con un aumento del 311 %.

El pollo pasa de 1,16 €/kg en origen a 3.28 €/kg en destino con una subida del 183 %.

Y el cerdo se paga en origen a 1,70 €/kg y en destino a 6,47 €/kg con un incremento del 281 %.

El IPOD medio de productos ganaderos experimenta un incremento de 3,03 veces entre origen y destino.

El IPOD medio para los productos agrarios se incrementa 4,33 veces entre origen y destino.

El diferencial de precio entre origen y destino remuneraría los costes que tienen que asumir los intermediarios en el proceso hasta que el producto llega a destino: mermas, selección, acondicionamiento y empaquetado, transporte, distribución y gastos de gestión, y el beneficio correspondiente a la intermediación. Parece desmesurado que la remuneración de estos costes y beneficio adicional suponga de media para los productos agrarios 4,33 veces el precio en origen.

De modo que, dentro de la cadena alimentaria, la intermediación y distribución es la que se lleva el incremento de precio entre origen y destino, que parece, a todas luces desmedido.

Así que al sector productor, que es el que asume la mayoría de los riesgos: meteorológicos, climáticos, sanitarios…etc., no le resta otra solución que unirse en su oferta productiva y eliminar intermediarios para que el precio entre origen y destino sea más razonable para productores y consumidores.

El productor ha de intentar que su producto llegue al consumidor con el mínimo de intermediarios posible.

Por ello es muy importante el movimiento cooperativo que o bien venda directamente a los consumidores, la venta “on line”, puede ser una solución al menos parcial o trate directamente con la distribución para eliminar intermediarios innecesarios y que encarecen los precios entre origen y destino.

Y a la Ley de la Cadena Alimentaria, hay que darle un repaso, pues realmente no está cumpliendo su función. Porque es una ley muy voluntarista que queda a la iniciativa de los actores cumplir su función, sin que existan medidas coercitivas para obligar a los actores.


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