Digital Extremadura
Comparte en redes sociales

Empezamos por levante. Ya hemos nombrado “Longanizos”, en Arenalejo,  de gratísima memoria cinegética. Inexorablemente relacionamos las lagunas con antiguas “escurribandas” escopeta en manos o lances de pesca menuda (tencas). Nos quedaremos alguna, o varias, en el tintero; qué remedio. Antes de “Longanizos” hay una a la que fuimos varias veces, hace ya muchos años, porque picaban las tencas generosamente. Nunca volvimos, no sé ya por qué. En El Patudo, “Las Cuatro Hermanas”, ¿tencas? ¿pardillas?…ni recuerdo. Una laguna en Mosquiles, ¿tiene nombre?; al otro lado, también en Arenalejo, “Gómez”. Entre Arenalejo y Torrecilla, no sé a qué finca pertenece, “Galape- ro”. Recuerdo una tarde maravillosa en la que, en la soledad de “Galapero”, Manolo “Poleá” y servidor nos quedamos sin cartuchos en un tiroteo febril a las tórtolas que acudían a beber. Un nombre especial para la toponimia: un germanismo, de los escasos que hay. Galapero, de “wall-pairgh”, o algo así, peral silvestre; también guadapero o gualapero.

La Garganta, arroyo estacionario, ofrecía un charco decente en medio de su tramo conocido como “Charco Paraíso”. Hoy, allí, la Garganta se detuvo en el Pantano del Agua desde los años setenta, más o menos; un muro, una presa para llevar el agua corriente a las casas del pueblo. ¿O ha habido que echar mano de las aguas subterráneas de La Chanclona?

Sí, ya sé que tal vez me queda alguna en el tintero; pero en Torrecilla, “Va- lleoscuro”. No se imaginó mi tío abuelo Pedro Hurtado que su frase escrita en La Tapia “En Valleoscuro, las bestias” tendría tanta repercusión a lo largo de los años. La anécdota es conocida por los mayores, e incluso, hoy, cuando nos despedimos y quedamos para otra ocasión, solemos repetir los “antiguos”. “Bueno, hasta la próxima. En Valleoscuro, las bestias”.

Hay lagunas en Los Mosquiles, en La Espigadera, en El Sesmo, en Los Noques, ¿La de “El Prado de la Yegua” está en Los Noques o en La Torrecilla? ¿Y la de “El Albedrío”? ¿Palanquillas o Valsano? En El Valsano, cerca de la ermita nueva de la romería, la “Laguna Nueva”. Más allá, fuera del término, mirando las soledades del cauce de la Fresneda, en su soledad de siglos, las ruinas de la vieja ermita de San Pedro…ya hablaremos.

En la Dehesa, cerca del pueblo y los huertos, la “Engorroná”, y más cerca aún, casi en el casco urbano, nuestra laguna de toda la vida: la del “Mayo”.

¿Recordáis, años cincuenta o sesenta, cuando echaron allí unas tencas que se reprodujeron a las mil maravillas? Desde primeras horas de la noche había allí pescadores de caña buscando sitio para echarlas. Nunca paladeamos tencas tan sabrosas como aquellas de la Laguna del Mayo. Lo del Mayo está claro, ¿no?, los mayos, la Cruz de Mayo, las mayas medievales…

Lagunejas y chabarcones en los huertos alrededor del pueblo. En ellos aprendimos a nadar, escapándonos de casa en las puritas siestas para ir a bañarnos en la “Simeonina”, en la nora de D. Enrique (detrás de la laguna del Mayo)   o en “La Piscina”, que estaba (no sé si aún perdura) en un huerto del local que se conoce como “La Granja”. Había otras, claro; la del “Horno Tejero”, la de…incluso alguna de triste memoria, en la que perdió la vida algún jovencito desafortunado. Bueno, corramos un velo ahora. Las lagunas…buena falta hicieron, mucha sed apagaron y muchos ratos inolvidables, escopeta o caña, les debemos a ellas.


Comparte en redes sociales

Un comentario

  1. A la laguna de El Patudo íbamos con mi padre y mi tío Doro. El camino con el «2 caballos» era toda una aventura. Nos amanecía ya con las cañas echadas. Lo más fascinante era como mi tío le cortaba la cabeza a los «apóstoles» (galápagos) porque se tragaban los anzuelos y los tiraba por la barranquera… Y seguían andando… Cosas de niños y de entonces. L

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *