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NACÍ EN MÓSTOLES, VIVO EN CARCABOSO, SOY EXTREMEÑA, por Lorena Rodríguez

OPINIÓNPeriodismo humanoVECINOS
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Las familias extremeñas no solo nos vimos obligadas a dejar nuestra tierra, sino que, además, tuvimos que sufrir la precarización de los trabajos que se nos encomendaban, convirtiéndonos en la mano de obra barata que levantó aquellas ciudades a las que fuimos obligadas a viajar.

Hoy, volvemos a sufrir las mismas condiciones que supusieron la marcha de nuestras madres y nuestros padres y vemos, horrorizados, como nuestros pueblos se vacían buscando fuera las oportunidades que aquí no encuentran.

Muchas de aquellas familias se quedaron en Madrid, Bilbao, Barcelona, o cualquiera de aquellos destinos que les abrían la puerta a un exilio forzado y hoy protagonizan ejemplos como el que refleja la desafortunada campaña del ayuntamiento de Madrid.

Esas ciudades crecieron gracias, principalmente, a las extremeñas y extremeños, a las andaluzas y andaluces, que un día tuvieron que abandonar todo, lo poco que tenían, para labrarse un futuro fuera de sus lugares de nacimiento. Eso no les hacía a ellos madrileños, catalanes o vascos. No. Eso convertía a Madrid, a Barcelona, a Bilbao o a San Sebastián, en ciudades extremeñas o andaluzas.

No voy a ofenderme por la campaña.  No voy a renegar de quien, como yo, se sienta más del lugar donde creció, y se forjó como persona, que de aquel donde nació. Pero si voy a aprovechar para reclamar lo que significa ser extremeña.

Significa ser luchadora, abnegada, tozuda a veces, pertinaz y trabajadora. Significa ser capaz de construir una ciudad a cientos de kilómetros de la suya. Ser sacrificada hasta el punto de abandonar lo que más quiere, como es su tierra, con tal de garantizar el futuro a los suyos.

Si todo eso somos capaces de canalizarlo para hacer crecer nuestra región, y nos olvidamos de banales enfrentamientos, de hacer política solo por el ruido, conseguiremos devolver las oportunidades a nuestra comunidad.

Debemos evitar que nuestras y nuestros jóvenes se conviertan en protagonistas de campañas similares en el futuro. Debemos trabajar por mantener nuestros pueblos, por dotarles de las oportunidades que nuestros padres y nuestras madres no tuvieron.

Y eso se hace trabajando con los potenciales que tenemos en nuestra región; con sus recursos naturales, con su soberanía popular, con nuestra riqueza turística, natural y gastronómica. No debemos enredarnos en debates estériles, pueriles y sin provecho, sino trabajar denodadamente para que nuestra región progrese.

Debemos apostar por unas infraestructuras de futuro, por unas comunicaciones competitivas, por una universidad fuerte, por la investigación y el desarrollo que permitan que nuestras y nuestros jóvenes puedan quedarse en nuestra comunidad al finalizar sus estudios.

Debemos luchar para que se desarrolle en nuestra región un tejido industrial y empresarial consolidado, basado en nuestros potenciales, en la industria agroalimentaria y el turismo.

Debemos trabajar por lo que somos, un pueblo artesano, agrícola, ganadero, orgulloso de sus orígenes y dispuestos a convertirlos en oportunidad.

Debemos aprovechar nuestro pasado y nuestro presente para construir nuestro futuro.

Es curioso que quien ha tenido la oportunidad de cambiar todo esto, haya desperdiciado la responsabilidad que le otorgaron sus vecinas y vecinos y prefiera promulgar ahora el enfrentamiento entablando una cruzada por una simple campaña publicitaria, buscando el titular fácil.

En Extremadura no necesitamos políticos que protagonicen titulares, que quieran eliminar una campaña publicitaria determinada, necesitamos políticos que, con sus acciones, eviten que esa campaña sea posible dentro de otros 40 años.

La autora es Secretaria general del partido regionalista Extremeños


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