Ya vimos un destacado ejemplo de imprudencia y falta de pericia la salida de tono del presidente de la Junta de Extremadura, que puede seguir siéndolo a poco que sigan en su espiral PP y Vox. Guillermo Fernández anunció, con poco aguante y menos sentido, que dejaba la política y volvía a su plaza de médico forense dando por hecho y resuelto el acuerdo de los que, en el anquilosado espectro político, son situados a su derecha. Vemos ahora que las cosas no son tan sencillas, y que aguantar es ganar, tómese nota de lo acontecido en el Parlamento Autonómico, donde el PSOE vuelve a controlar la Mesa, dando cabida a los totalitarios en vez de llegar a acuerdos con los constitucionalistas, mal vamos cuando el prejuicio ideológico se impone a los valores democráticos que comparten tres de las cuatro fuerzas parlamentarias. Los comunistas colocados y los demás a la luna de Valencia. Para los que saben del asunto, el hecho de controlar tres de los seis puestos de la Mesa de la Asamblea por el PSOE, cuatro con el apéndice comunista, frente a los dos populares, supone una inversión en la situación derivada de los resultados de las elecciones del daí 28 de mayo de 2023, donde hay una presunta mayoría parlamentaria de PP y Vox, se elige un órgano de gobierno en sentido contrario, en toda la extensión de su significado, dado que al tener la presidencia, los socialistas tienen el control absoluto con el voto de calidad de la presidencia. No es cosa menor, pues dada la creciente parcialidad política de los responsables de los parlamentos, tener el poder en el gobierno del poder legislativo, supone el control del debate parlamentario hasta límites próximos a la dictadura de partido a poco que se quiera ejercer, tal y como tristemente ocurre en Cataluña. Craso error haber llegado hasta aquí.
Ver que no se llega, al menos como en Baleares, a un pacto para la elección del órgano de gobierno del poder legislativo, dejando para luego, o no, el pacto para la configuración del órgano de gobierno del poder ejecutivo y la relación de las políticas a desarrollar en cuatro años, denota cierta impericia o falta de organización en los tiempos y objetivos, lo que ha llevado a lo que ha pasado.
Pero el análisis de la prudencia como virtud tiene también su referencia en la otra parte del debate ¿por qué a nadie se le ha ocurrido decir que lo que han votado los extremeños es un gobierno de concentración regional PSOE-PP, en vez de la tan manida política de bloques? ¿por qué el PSOE no puede llegar a acuerdos de gobierno con Vox, siendo ambos partidos democráticos y constitucionalistas? ¿por qué la imprudencia, imperdonable en política, de destacar lo que separa en vez de buscar el acuerdo en lo que une? Todo esto tiene tres actores destacados:
- Fernández Vara desde la inacción, esperando movimientos, posición injustificada e innecesaria desde una fuerza política que ha ganado las elecciones y que recuerda en mucho a la de Ciudadanos tras ganar las elecciones autonómicas en Cataluña;
- La sobreactuación de María Guardiola, que debería tener muchísimo cuidado con un discurso que incomoda a la mayoría conservadora de sus votantes, abriendo debates poco útiles y que provocan el enfrentamiento con los que se supone más afines, llamando la atención el silencio al respecto desde el PSOE y Vox, que no entran al trapo.
Cuidado, por que poner el foco en el ámbito autonómico en asuntos lejanos o a lo sumo de competencia indirecta en su marco político-administrativo, el aborto, la violencia de género, o los colectivos LGTBI, es hacerse un flaco favor a si mismo, y si se repitiesen las elecciones podría darse el escenario de no ganar ni un voto, digamos por la izquierda por que ya hay quien defiende, aunque no destaque esos asuntos, y perder muchos por la derecha, donde una cosa es transigir con los mismos, incluso interiorizar esos valores, y otra cosa es que se conviertan en el campo de batalla político provocado por quienes menos tienen que ganar en la misma.
- Y la prudencia, ahora si de Pelayo Gordillo, que parte de una situación real y objetiva: Guardiola necesita sus votos para ser presidenta tras no haber ganado las elecciones y ello requiere un pacto de gobierno, una coalición en toda regla, pues pretender en política recibir apoyos sin pacto, y además exigir manos libres a cambio de nada es un desiderátum de imposible cumplimiento. Prudencia que con tres simples afirmaciones desmonta todo el argumentario progre, las líneas rojas marcadas por quien ya se sabe, el aborto es un problema de conciencia que no es competencia autonómica, la violencia es violencia sin mayor calificativo, siempre deleznable y perseguible, la inmigración tiene que ser legal o no ser, y del colectivo LGTBI, basta con ver a los que militan en su formación. No por repetir muchas veces los mantras de la izquierda, aunque se voceen desde la derecha, van a ser ciertos.
Y visto todo lo anterior, con objetividad y al margen del falso debate político de buenos y malos, de no fachas y falsos progresistas, insistimos ¿qué impide el pacto PP-PSOE? ¿por qué no pueden hablar Vox y el PSOE? En política, o al menos en la política española las verdaderas líneas rojas son la Constitución, incluso teniendo la legitima voluntad de cambiarla dentro de sus normas, y la concepción de la sociedad como el conjunto de los ciudadanos que viven en libertad y en pleno ejercicio democrático dentro del ámbito de la sociedad europea inmersa en los valores del mundo occidental, en total 61 de los 65 diputados de la Asamblea de Extremadura.
Si hay que ir a elecciones se va, suena al alistamiento en los Tercios de Flandes para defender una causa perdida, los experimentos mejor con gaseosa, por favor.
Hugo de Andrade