Digital Extremadura
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Olivenza, 26 de agosto, 5.00 de la mañana. Llevo un rato despierto. Tengo la sensación de que va a ser un día difícil. No tenemos previsto salir hasta las 6.30 horas. Voy a Barcelona para participar en la manifestación de esa tarde,  consecuencia de los atentados terroristas de la pasada semana. Me levanto y pongo la radio mientras me afeito y me ducho, más bajita que de costumbre por respeto a la familia y a esas horas. Cambio el dial buscando información hasta que caigo en la cuenta que no son horas. Me distraigo con programas de música.

Salimos camino de Madrid a coger el AVE. Los extremeños hoy solo podemos coger un tren decente si lo hacemos fuera de aquí. Sea Madrid, Sevilla, Córdoba o Valladolid. Me acordé de los que no pueden hacer lo que yo hice, que te lleven a Atocha, y han pasado este verano la vergüenza de las averías en los trenes un día sí y otro también. Prometo que lo vamos a pelear como nadie imagina.

Llegamos a Atocha, previo paso por casa de mi madre a darle un beso y a volver a oirle decir esas dos recomendaciones que tanto me han ayudado desde que le comenté hace años que entraba en política: “No te metas en líos, ni te metas con nadie”. Y rumbo a Barcelona…

Llegamos a Sants. Eran las tres. A las cuatro y media debía estar en el Palau de la Generalitat. Cola de media hora para coger el taxi. Rumbo al Hotel Ilunion de la ONCE. Ya tienen tres hoteles en Extremadura y tiendo a pensar en los que piensan en nosotros.

Al llegar a la Plaza de Sant Jaume donde se encuentran “frente por frente” la Generalitat de Catalunya y el Ajuntament de Barcelona, sentí cosquillas en la barriga. Las mismas que años atrás cuando visité a los presidentes Montilla y Mas. Como siempre que he tenido la sensación de que tú ya no eres tú sino la consecuencia de lo que representas y, sobre todo, de aquellos a los que representas.

Me recibieron muy cordialmente como a todos los que allí nos concentramos. A las cinco y media salimos camino del Paseo de Gracia.

Y allí empezó la manifestación contra el terrorismo del yihadismo para decirles que, estén donde estén, no les tenemos miedo alguno. Que la fortaleza la da la libertad, la democracia, la igualdad, el modelo de convivencia y de sociedad.

Y también para decirle a los ciudadanos y ciudadanas de Barcelona que no están solos. Porque allí hay mucho dolor acumulado y es importante que se sepa que ese dolor está muy repartido. Que lo compartimos. Yo lo tengo. Los extremeños lo tenemos. Aquella tierra está llena de los nuestros, que ya son también  suyos sin haber dejado de ser nuestros, porque la identidad solo se puede sentir y sobre los sentimientos es difícil legislar. Y por eso estamos, unos y otros, tan cerca. Porque los pueblos de Extremadura y de Cataluña comparten algo que nunca se podrá olvidar. Son cientos de miles de seres humanos.

Al terminar la manifestación fuimos a LA RAMBLA. He ido muchas veces en mi vida porque Barcelona es una parte de mi biografía. La Font de Canaletas, tan pequeñita y tan grande, es una parte de mi vida, de horas de radio, de Urruti t´estim, de  Cruyff, de Ronaldinho, de Guardiola y de Messi. Pero ayer estaba muy distinta. Dolida. Por eso aplaudíamos sin parar a Mossos, Bomberos… Pero no tengo ninguna duda de que esa calle tan hermosa será en poco tiempo lo que fue y más. Será el mejor de los homenajes a quienes en aquel espacio perdieron sus vidas. Y algo más: un ejemplo de lo que Barcelona es hoy más que nunca.

De allí me fui a Plaza de Catalunya al programa que LA SEXTA emitía para participar en directo. Sé que lo que pude ver en los alrededores no representa el sentir mayoritario de Barcelona. Yo acepto  que se pueda discrepar, disentir, expresar libremente lo que se piensa, defender la independencia… pero nunca aceptaré que se pueda insultar, intimidar ni amenazar como tuve la oportunidad de comprobar en carne propia.

Por eso estoy convencido de que todos tenemos algo que hacer para que los terroristas no piensen que en estos tiempos en que nos matan tenemos división de opiniones.

No tenemos miedo. Ese “tenemos” es en la primera persona del plural. Olivenza, Madrid, Barcelona, ida y vuelta. Nosotros no tenemos miedo. Nunca tendremos miedo. Fui a Barcelona a decirles en nombre de los extremeños que ni están solos ni tampoco tenemos miedo.

Guillermo


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