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Plasencia, la universidad y el agravio comparativo

OPINIÓNCÁCERES
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Se equivocan el Presidente Fernández Vara y su equipo de colaboradores en materia de educación al imponer el veto a la Universidad Católica de Ávila por prejuicio ideológico y religioso para implantarse en la Ciudad de Plasencia, lo decimos así por no existir ningún otro motivo para ello, ni legal ni real.

Acierta el Alcalde Pizarro García – Polo al pedir el fin de esa situación que no tiene justificación alguna, pues lo dicho de la competencia con la Universidad de Extremadura no es un razón, es una estupidez. ¿Acaso no es buena la competencia? ¿Acaso tiene la UEX la exclusividad de la educación superior en nuestra Comunidad? Pues eso, repito, es una notoria estupidez.Estamos en el siglo XXI, o regresamos a las banderías de las divisiones obsoletas y absurdas?

Por ello, cuidado con Plasencia y cuidado con despertar localismos dormidos no resueltos y siempre pendientes del agravio comparativo. El Campus de la UEX en Plasencia, con las mejores instalaciones e infraestructuras de la misma, es un engañabobos que la propia Universidad, que se dice de Extremadura, no deja crecer pendiente siempre de un atroz centralismo convenientemente repartido entre Badajoz y Cáceres. No es un verdadero Campus y menos una compensación por la pérdida de la guarnición militar, promesa incumplida que algunos con buena memoria no olvidan.

Seguir impidiendo el desarrollo de una oferta local universitaria de calidad puede despertar los sentimientos, más cuando se impide el normal trabajo de una universidad castellana buscada al margen de enredos y subvenciones.

Castellana si, no se olvide, que no se olvide que el Alma de Castilla es consustancial al ser y sentir placentino, que nació por decisión fundacional de un Rey, sólo de Castilla, para hombres libres venidos del norte al arropo de un Fuero idéntico al de Cuenca que le dio carácter a la Ciudad y a sus gentes, algo que persiste con dureza en la actualidad.

No hablamos del Norte de Extremadura, sino de las Tierras de Plasencia desde más allá de Béjar hasta Guareña y más abajo, pasando por Trujillo y Don Benito. Castilla pura, distinta y distante del Reino de la Extremadura Leonesa que con Granadilla, Gata, Coria, Alcántara, Cáceres, Alburquerque, Badajoz, Mérida y más abajo, ya en manos de las Órdenes de Caballería, era León, el Reino de León, otra cosa. La diferencia persiste y ni la compra del voto en 1653, ni la división provincial en 1833, ni la reciente constitución de la Comunidad Autónoma en 1983 han eliminado persistentes hechos diferenciales que pueden ser alimentados con equívocas decisiones.

Por tanto, no se equivoque Señor Fernández Vara, los agravios y los vetos estimulan los sentimientos. Deje usted que los abulenses bajen a Plasencia, como siempre hicieron desde hace siglos y junto a su equipo, en este caso la Consejería de Educación que es la competente de la cosa, y no digamos la Universidad extremeña,  no provoquen problemas, solucione los mismos que es su cometido, sobre todo porque estamos tratando de formación, y con ello educación, y por ende, de progreso. Plasencia bien lo merece y los estudiantes universitarios placentinos y de cualquier parte del mundo  que quieran inclinarse por la opción  de la universidad abulense, también.


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