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POR LAS ALMENAS DE LAS ALTAS TORRES

CONTEXTO ACTUALCÁCERES
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aplauso 1Hace tiempo que a Cáceres se le vienen escapando asuntos de calado que tienen que ver
con su propio desarrollo. Como los del tren, donde ha dejado vía libre predominante a los
intereses de Badajoz, al igual que ha ocurrido con la plataforma logística o el aeropuerto,
varado este último entre consignas ambientales que dicen proteger a familias de aves
(como si éstas no supieran ampliar sus espacios). Como los de las industrias que emigran
o nunca llegan, en pos de unas buenas condiciones previas con comunicación incluida;
como los de los estudiantes universitarios que se van a otros lugares a estudiar, más
adecuados a su edad y circunstancias (porque no solo de pan vive el hombre). Cáceres
deja pasar muchas oportunidades, en una inconsciencia de libro, mientras pedalea feliz
mirando las torres de palacios y campanarios.

Para compensar, en Cáceres se regalan títulos al por mayor pues cotizan a precio de
saldo. Acabo de leer que “no se quien” va a pedir o recoger firmas para nombrar “no se
qué” a un oriundo de la zona por haberles “ayudado” en unos asuntos locales. Aprendan
la fórmula: aquí, hagan por “caerle” bien a algún colectivo con vía libre hacia algún altavoz
mediático y comprobarán cómo inmediatamente obtendrán el pago (en especie) por los
servicios prestados.

Empezó la administración autonómica y continúa la local nombrando entre las opciones
puestas sobre la mesa en un trámite obligado, cuál es el de elegir cuántos hijos o
meritajes se reparten cada año. Y dado que impera la subjetividad en las propuestas, en
poco tiempo se ha conseguido, por la vía de los hechos, destruir el prestigio (grande o
pequeño) de los galardones. Los elegidos corresponden a causas de lo más variopintas.
Se iguala con la distinción al personaje A con el personaje B, por razones que a la
mayoría se les escapan, pues (demasiadas veces) se corresponden con la oportunidad
política del momento. Y hete aquí que nadie critica. Decir algo en contra de todo ello no
estaría bien visto pues pareciera derrotismo o envidia. Tanto en la ciudad, en la que se
hace gala de una cortesía cardenalicia, como en la región, en la que abundan los
proclives a pensar que todo cuanto surge del poder se acata y ya.

Se prodiga la hipocresía. Con la ayuda de muchos: del profesor perteneciente al claustro
de un centro, que critica desde su sitio algo que no le ha gustado de la acción del equipo
directivo (para luego acercarse contrito a la mesa y pedir disculpas alegando que no se
trata de nada personal), hasta el compañero de la misma organización política que
acabando de salir por la puerta de una asamblea en la que ha dado su asentimiento tácito
a algún acuerdo, crItica con saña a los de dentro denominándolos tiranos autoritarios y
montando un equipo de fieles que bien organizado puede hacerle lograr sus propias
prebendas.

Ser hipócrita es bastante corriente pues suele confundirse con la habilidad en las
relaciones sociales. En las redes y fuera de ellas. El ambiente galante, como en las
mejores obras literarias de época, tiene sus propios ritos y semblanzas. Sonríe al que
llega mientras castiga al de dentro de mil formas diferentes que van desde el ostracismo a
las invitaciones privadas de las que se le excluyen, con la consiguiente existencia de
clubes particulares como manera de realizar actividades y relacionarse. Al lado, una
población flotante que no se implica en nada de cuánto ocurre en el día a día. Que ni
influye.

La autora pertenece a CONTEXTO ACTUAL, Grupo de análisis político y social,

formado por especialistas  en diversas materias, de carácter crítico,

preocupado por la situación actual.


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