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Otro San Isidro de discretos resultados, mejor en la taquilla que en el ruedo

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Paco Aguado.EFE.Comparado con el del año pasado, el último que celebró la saliente Taurodelta, el recién finalizado abono isidril arroja unos números muy similares en prácticamente todos los aspectos e incluso idénticos en cuanto a la cantidad de orejas cortadas: 30 exactamente.

Sobre ese número de trofeos (18 para matadores, 11 para rejoneadores y uno para novilleros), este año se han protagonizado siete salidas a hombros (cuatro de ellas sólo de toreros de caballo) por las ocho de 2016, cuando, incluyendo en la serie la Corrida de Beneficencia, se llegó a una más por parte de los diestros de alternativa.

En concreto, la Puerta Grande de Las Ventas sólo se ha abierto esta vez para tres diestros de luces, los jóvenes Ginés Marín y Juan del Álamo y el veterano Enrique Ponce, que cortaron la tercera parte de las orejas que pasearon los de su escalafón, muchas de ellas de escaso peso específico.

De hecho, el extremeño Marín fue el único diestro que le cortó dos orejas a un mismo toro -el bravo Barberillo, de Alcurrucén- por una faena clásica y redonda, mientras que la presidencia le negó el segundo trofeo a Juan del Álamo dos semanas después por otro rotundo trasteo a un astado de la misma divisa.

Esas dos han sido las faenas más destacadas de la feria, en tanto que las que le valieron a Ponce la cuarta salida a hombros de Las Ventas en toda su larga carrera vinieron a premiar más su brillante puesta en escena y su actitud con un manso que la consistencia de ambos trabajos.

En cuanto al número de trofeos cortados, el máximo «anotador» fue el extremeño Alejandro Talavante, con uno en cada una de sus tres actuaciones en la feria, que estuvo a gran nivel en la primera y en la tercera con Victorinos, pero por debajo de su bravo lote de Núñez del Cuvillo cuando resultó herido de menos gravedad.

En cambio, con una sola oreja en su esportón, destacó especialmente el paso por la feria del también extremeño Antonio Ferrera, que alcanzó una especial dimensión de maestría y buen hacer, más allá de las circunstancias y los premios.

Otras orejas de cierto peso, aunque supieron a poco para la importancia y responsabilidad de sus protagonistas, fueron las que obtuvieron figuras como el Juli, Sebastián Castella -éste con Hebreo, el mejor toro de la feria-, el extremeño Miguel Ángel Perera y el peruano Roca Rey.

Porque la más preocupante lectura que ha ofrecido este San Isidro es la constatación del bajo nivel medio por el que atraviesa el escalafón de matadores, a tenor sobre todo de la considerable cantidad de toros con claras opciones de triunfo que han sido desaprovechados.

En dicho apartado ganadero, han destacado en esta edición las excelentes corridas lidiadas por las divisas de Jandilla, Alcurrucén, Victoriano del Río, Domingo Hernández y Núñez del Cuvillo, con al menos tres astados destacados en cada una de ellas, entre los que el citado Hebreo, de Jandilla, fue el único premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

También se llevó esos honores, aunque inmerecidamente, el voluminoso Liebre, un astado de Rehuelga que encabeza la lista de otros destacados toros aislados de los hierros de Montalvo, Fuente Ymbro, Buenavista, Cuadri, Victorino Martín y El Ventorrillo, por no hacer más extensa la relación.

Entre unos y otros, la nómina de ejemplares «de orejas» sobrepasa los cuarenta, sin que en su gran mayoría, fueran totalmente aprovechados por su matadores, algunos de los cuales, caso de López Simón o David Mora, tuvieron enfrente a más de uno de ellos.

En cambio, sin toros de triunfo, hay que anotar destacadas actuaciones, sin premio contante, de toreros como Fortes, el extremeño José Garrido, Paco Ureña o, entre otros, Alberto Aguilar, que fue uno de los solo seis toreros heridos o lesionados en este largo mes taurino madrileño.

Claro que, dadas las altas exigencias de presentación para una plaza como Las Ventas, también hubo lugar para notorias decepciones y fracasos ganaderos, como los de Juan Pedro Domecq, Valdefresno, Adolfo Martín y Miura, en una feria marcada por la gran desigualdad de trapío y volumen de casi todas las corridas.

Ya en el capítulo novilleril apenas hubo nada que señalar, salvo la entregada actuación del venezolano Jesús Enrique Colombo, ninguneada por el palco, y la generosa oreja con que se premió la simple decisión del madrileño Juan Miguel.

En cambio, en las corridas de rejones, como también es puntual norma de la feria, hubo un derroche de trofeos, en concreto once, que avalaron las dos salidas a hombros de Diego Ventura, así como las de Leonardo Hernández y Sergio Galán, fruto en su mayoría de la festiva actitud de un público radicalmente distinto al de los festejos de a pie.

Pero tanto a unas como a otras corridas ha seguido asistiendo un más que considerable número de espectadores, en la que, sin duda, es la mejor noticia para un espectáculo tan cuestionado desde ciertas instancias políticas y sociales.

En concreto, y según datos de la empresa Plaza 1, este San Isidro se ha llegado a la cifra de 628.000 espectadores, lo que arroja una media de un 83 por ciento de ocupación en los 32 festejos del abono.

Aun así, y pese al gran despliegue publicitario por parte de la gestora debutante en Las Ventas, esa cantidad supone un leve descenso de público, exactamente de tres puntos, con respecto a la feria anterior, cuando se llegó, según datos también oficiales, hasta una media de un 86 por ciento de ocupación de localidades.

Pero, con o sin triunfos, y más allá de las campañas contra a la fiesta de los toros, en Madrid se mantiene la costumbre de ir a los toros por San Isidro, lo que, según un reciente estudio de la revista Expansión, genera en la ciudad un impacto económico de 73 millones de euros.


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