TERRIBLE TORTURA: LA  ABLACIÓN GENITAL

Este diario Digital Extremadura publicó un estremecedor relato de lo que supone la terrible práctica que resumimos. Hay que  prevenir pero también concienciar a los profesionales para que intenten reparar las consecuencias de las que ya han sufrido la terrible experiencia.

Uno de esos principios de las sociedades democráticas es el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley ,lo que implica la prohibición  de cualquier discriminación por razón de raza,  religión o sexo,  consagrado en todas las Cartas Magnas de los pueblos avanzados. El artículo 14 de nuestra Constitución es muy completo en la prohibición.

A pesar de ello con frecuencia se producen desigualdades flagrantes por razón de religión o de sexo como sucede cuando se paga un salario menor a la mujer que al hombre por idéntico trabajo o se despide a una trabajadora  al advertir su embarazo, si bien hay que señalar que Jueces y Tribunales se pronuncian  contra los hechos que  conculquen la igualdad, interpretada como  esencial o real ,perfilando conceptos jurídicos tan importantes como el de la  discriminación indirecta. Afortunadamente se ha desarrollado en los últimos años especial sensibilidad sobre la violencia contra las mujeres aunque  tenga poco éxito en la práctica. Hay que  considerar  la prohibición  de aquellos actos o medidas aparentemente neutros pero cuya aplicación produce un impacto adverso sobre el colectivo femenino s, siempre que tales  actos resulten sin justificación suficiente .Sin duda, son discriminaciones menos visibles, más sutiles y difíciles de detectar .

 Elegir una fecha para recordar un derecho es  una alusión al fracaso de la sociedad en cuanto a solucionar los problemas candentes de nuestro colectivo. Es un aldabonazo  que pone de relieve el interés por una causa. No nos parece mal dedicar un día a la madre o al padre, a los abuelos y a los enamorados. Precisamente el pasado  6 de febrero se dedicó el día Internacional de Tolerancia Cero contra  la ablación de los órganos genitales de la mujer, Mutilación Genital Femenina (MGF). Una práctica que continúa en 29 países de África y otros muchos en Asia donde está arraigada y que han sufrido más de ciento cuarenta millones de niñas, calladamente, sin que nadie se estremezca. Una operación de lo mas cruel, también llamada circuncisión faraónica o infibulación que se basa en la extracción completa del clítoris  además de incluir una costura en ambos costados de la vulva con alambre o hilo de pescar, lo que produce a las menores, a veces muy niñas, infecciones agudas, mala cicatrización ,la formación de quistes, incluso ocasiona la muerte por colapso hemorrágico, pero es que hay más: el sufrimiento de la intervenida no concluye el día de la brutal operación ,continúa a lo largo de la vida sufriendo grandes dolores  y dificultad de control de esfínteres. Produce ,además, un daño psicológico irreparable.

 En España se han producido muchas denuncias pero sigue existiendo esta locura ,perseguida por demandas de médicos  y por  Jueces y Tribunales.

 Según los expertos la práctica no se fundamenta en ninguna religión.Yaratullah Monturio, especialista en textos coránicos, explica que la Mutilación Femenina es muy anterior al Islam y no forma parte de las enseñanzas islámicas a pesar de que algunas etnias de diversas espiritualidades han continuado con la costumbre ancestral. Las justificaciones basadas en la religión están en desuso, según este autor. Hay que acabar con todas las torturas y esta que se aplica a niñas sobre su pequeño cuerpo  debe erradicarse por imperativo moral. Por cierto, hace solo unos meses la grave intervención ha sido prohibida en Nigeria. Deseamos que se extienda este rechazo. Hay que erradicar  esta grave práctica que sufren niñas cada vez más pequeñas. Un verdadero horror. El Pacto que va a aprobarse contra la violencia de género incluye la prevención de esta terrible práctica. Esperamos que nunca más se produzca la espantosa tortura.

LA AUTORA ES ACADÉMICA CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN