Salimos a las 8,30 y le dimos duro a las piernas hasta las 2 p.m. en que paramos en un lugar a dos km de Palas de Rei. Aumenta el número de peregrinos en el Camino y también sube la temperatura que da miedo. Por Jesucristo vivo, ¿pero esto es normal? ¿Venir a Galicia y estar pasando este calor? Para colmo amenazan con mañana más. No sé dónde vamos a meter la cabeza.
A lo que estamos; en la fronda arrulla la paloma y hemos vuelto a oler el tufo de la zorra. Si no fuera por esos pasillos de sombra que nos hacen los árboles, aquí pasaba algo. El bosque gallego. Cuando voy caminando por esos túneles frescos y oscuros se me viene a la mente la historia fascinante de Benito Freire, aquel desgraciado que se creía lobo y como era buhonero y acompañante de viajeros, mató a no sé cuántos. Un “lobishome”, el de la película de Pedro Olea, que tan bien interpretara J.L.L.Vázquez.
Y llegamos a Palas de Rei; comimos y a media tarde subimos a un bus que nos llevó a Melide. Seguía haciendo un calor insoportable.