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En mi televisor he contemplado la invasión de Ucrania por parte del ruso Putin, un genocida comunista. A los medios de comunicación al servicio de lo políticamente correcto, no les gusta el uso de denominaciones tales como genocida y comunista. A mí sí, porque reflejan la realidad. Lo ocurrido en Bucha, Borodyanka, Mariúpol y en otros muchos puntos, es una demostración incuestionable del genocidio que está teniendo lugar en Ucrania.

Putin, aventajado seguidor de unos maestros en el asesinato de personas inocentes como fueron Lenin y Stalin, se ha propuesto recuperar a cualquier precio la fuerza que en su día tuvo la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y que se diluyó a raíz de la caída del Muro de Berlín en 1989.

He podido contemplar la evolución de unos acontecimientos que se iniciaron con unas maniobras militares (más de 100.000 soldados rusos intervenían en ellas) y con la promesa del jerarca de Moscú de que jamás invadiría Ucrania. Engañó a Macron representante de la UE y a casi todos en Europa, incluido al que esto escribe. Pocos o ninguno de los tertulianos que ahora hablan “ex cathedra” en los medios de comunicación, pronosticaron la invasión. El presidente norteamericano Biden y su eficaz servicio de inteligencia no se dejaron engañar y aseguraban que la invasión iba a producirse, como así ocurrió.

Las naciones de occidente y especialmente las agrupadas en la OTAN y en la UE, se han quedado mirando cómo Rusia atacaba impunemente a Ucrania y en una posición de una gran cobardía, han abandonado a los ucranianos a su suerte, dejándolos indefensos ante un ejército infinitamente superior en efectivos y armas, pero no en dignidad y hombría. Para acallar sus conciencias, Occidente sólo le ha suministrado algunas armas y apoyo moral.

Ucrania con su presidente Zelenski a la cabeza, está dando una lección de valentía y dignidad y de defensa numantina de su patria. Con bastante probabilidad perderá esta guerra y, si así ocurre, su territorio pasará a manos de la nueva URSS en todo o en parte, pero habrán dado una lección de hombría al mundo.

Ante la tibia posición de las potencias occidentales viene muy a cuento la sentencia tan acertada que le dedicó Churchill a Chamberlain, cuando Hitler invadió el territorio de los Sudetes en Checoslovaquia y las potencias que luego serían aliadas, miraron para otro lado: “Entre el deshonor y la guerra habéis elegido el deshonor. Pues bien, tendréis deshonor y guerra” Y hubo guerra.

Esto es lo que ocurrirá si a un iluminado como Putin, no se le paran lo pies en Ucrania. Ya ha amenazado a Finlandia y Suecia, dos naciones que han decidido integrarse en la OTAN. Si ataca a estos países ¿la OTAN y la UE también permanecerán mano sobre mano?

El ruso ha puesto sus zarpas sobre Ucrania, un país muy rico con un territorio mayor que España, para robar sus recursos naturales. Descontando Crimea que fue invadida y conquistada por este sátrapa en 2014 bajo la complacencia de Occidente, lo que queda de Ucrania tiene una extensión de alrededor de 576.000 km2 en donde viven unos 42 millones de habitantes.

Extensas superficies de suelos de estepa, los conocidos como Chernozem, que se relacionan con los Molisoles de la Soil Taxonomy americana, muy fértiles y con altos contenidos de materia orgánica hacen de Ucrania una potencia agroganadera de primer nivel en donde se obtienen altas producciones de cereales de invierno y verano (trigo, cebada o maíz) y oleaginosas (girasol principalmente) así como destacadas producciones de carnes de vacuno, porcino y aves. Y es una importante productora de fertilizantes. Ucrania también dispone de reservas muy importantes de minerales estratégicos como el litio.

La guerra está empezando a traer consecuencias en los mercados agrarios con especial influencia en España que importa elevadas cantidades de productos y fertilizantes de Ucrania.

El gobierno de España, hipotecado por Podemos, en poco más de 24 horas pasó de negarse a enviar armas ofensivas a Ucrania, a ponerse al frente de la manifestación para mandarlas. Y rematar con una visita del presidente a nuestras fuerzas armadas destacadas en Letonia. Y con la entrevista muy fotografiada de Sánchez con el presidente Zelenski en Kiev para apoyar sus peticiones.

 Tras este cambio de posición dos ministras de Podemos calificaron al partido sanchista como “partido de la guerra”, porque ellas son partidarias de “la diplomacia de precisión” Estas ministras debían haber dimitido por coherencia y como no lo tan hecho, porque la pela es la pela, el presidente las tendría que haber destituido.

Los progres de dinero y casoplón, le echan una mano a Putin y lo califican como un imperialista zarista al que la OTAN ha obligado al ataque a Ucrania. Cuando es un comunista genocida. Y es que, a estos progres, muchos de ellos actores, se les da muy bien el teatro, para tratar de despistar a una parte del pueblo español que no sabe ni donde se encuentra Ucrania, ni lo que es un genocidio.

La izquierda radical en España sigue con su mantra del ¡No a la guerra¡ y unos cuantos intelectuales, simpatizantes de Putin, firman un manifiesto por la paz ¿qué paz? cuando lo acontecido en Ucrania ha sido una invasión de Putin conculcando todo las normas internacionales que regulan la guerra y los derechos humanos. Una agresión injustificada a un país que, en inferioridad de condiciones, está siendo masacrado en un genocidio que debería llevar a Putin ante la Corte Internacional de Justicia o ante la Corte Penal Internacional. Veremos si hay redaños para hacerlo. Me temo que no los habrá.

Para curar su pecado de hipocresía y lavar su conciencia, las naciones occidentales, sus organizaciones no gubernamentales y muchos ciudadanos a título personal han montado un sistema bastante eficiente de acogida para los refugiados ucranianos que, en varios millones, hasta ahora van más de seis, se han visto compelidos a abandonar su patria, so pena de caer bajo los obuses rusos. Es lo menos que podemos hacer.


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