Calma. mucha calma. Hay que ejercerla y se va a necesitar. El recién elegido presidente de España, Pedro Sánchez Pérez Castejón, lo va a tener muy complicado para llevar a cabo la labor encomendada por 167 diputados, de los más diversos espectros, ideologías y conciencias, de los 350 que conforman el Congreso español. Esperemos que a partir de ahora, ni el plasma ni el veto informativo sean la tónica a destacar en cuanto al trasluz que debe de tener la variopinta decisión del Consejo de Ministros, formado por un haz de sensibilidades, aún no se sabe qué número, porque hasta la próxima semana no habrá responsables ministeriales decididos por Sánchez.
El Gobierno de España que este siete de enero comienza su expectante singladura, compleja para muchos, ilusionante para otros, dificilísima para todos, es el primero desde la República, que estará conformado por un mix de izquierdas, PSOE e Unidas Podemos, entre sueños sanchistas y lágrimas pablistas, y hasta que se ha hecho la luz muchas han sido las sombras que han ido dominando el panorama patrio.
Los debates de investidura han sido cuanto menos escandalosos e irrespetuosos cuando lo que se exige en el Congreso es sosiego y respeto, aunque no estén exentos de discrepancias, lógicas sobre todo en el amplio kaleidoscopio en el que se ha convertido la Cámara legislativa.
La derecha ha quedado muy tocada pero ojo no muerta y así se podrá comprobar a partir de ahora con una oposición cruenta y pertinaz como se supone en cuanto a la actitud de PP, VOX y Ciudadanos, fundamentalmente.
La sombra de Cataluña, el desdén con la Constitución, la falta de respeto con la jefatura del Estado, la prepotencia, las descalificaciones varias y contumaces deben de dar paso a una legislatura, sea lo extensa que sea, nos da la impresión que corta, en la que primen los intereses del conjunto del país por encima de concesiones y promesas que hayan posibilitado el Gobierno de las izquierdas que ya comienza a andar. Pero habrá que ir viéndolo con el tiempo.
Lo vivido en los últimos 284 días de bloqueo que ha habido en España con tantos sinsabores, desilusiones y decepciones debe acabar de una vez por todas. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Rufián, sobre todo, tienen el deber y la obligación de informar con claridad y sinceridad , y ya mismo, a los ciudadanos de qué van sus acuerdos, su consenso, para saber a qué atenernos.
El tiempo de tantas vacuas reuniones y de los juegos espúreos ha acabado y se impone la exigencia de la verdad, para eso estamos los medios de comunicación como intermediarios, en un país que necesita crecer, progresar, combatir el paro, avivar las pensiones, poner en marcha los mecanismos necesarios para acabar con la España de las desigualdades porque las 17 comunidades tienen problemas parejos pero financiaciones y competencias distintas, la lacra de la despoblación es agobiante y hay que corregirla con urgencia y los jóvenes no deben seguir huyendo de la falta de oportunidades, entre otros considerandos.
Moderación, respeto y convivencia, han sido tres de los importantes mensajes de Sánchez poco antes de ser elegido el 14º presdiente del Gobierno de España. De acuerdo. Estaremos ojo avizor a ver si se cumplen tales asertos. Y que el Gobierno sepa precisamente eso, gobernar con equidad, equilibrio, respeto a la ciudadanía y avivar el sentido de la libertad y convivencia entre todos los ciudadanos. Y si no, que España se lo sepa demandar con la seriedad que requieren los convulsos tiempos que vivimos.