yolanda
Comparte en redes sociales

Ustedes perdonarán mi escepticismo, sin duda fruto de (salvando las distancias) de mi
propia experiencia en la materia. He leído algunas opiniones al respecto y no puedo por
menos que contestarlas.

Me refiero al proyecto de Yolanda Diaz, el que algunos tipifican como nuevo. No es mi
caso. Hace la friolera de unos veinticinco años fui llamada a una reunión convocada por el
PSOE para hacer algo similar a lo que ahora tanto se pregona. El objetivo era recibir las
ideas de individuos progresistas sin afiliación política determinada que quisieran colaborar
en la preparación de un proyecto de interés para nuestra tierra. Ultimado el planteamiento
y los debates, consensuadas las conclusiones, estas formarían parte de un contrato social
a firmar por el partido convocante con los ciudadanos. Así se hizo y de todo ello surgiría
un programa electoral potente y realista. Ya ven, no hay nada nuevo bajo el sol, por más
que nos empeñemos en creerlo.

Hay un aspecto que siempre me ha parecido peculiar, ese deseo que muestra la
protagonista del proyecto y que no es otro que la idea de superar a Podemos, como si ella
no estuviera donde está por ser miembro cualificado de él y haber sido designada por su
líder para un puesto. Existir políticamente gracias a un partido y al tiempo querer
difuminarlo detrás de tu sola personalidad no digo que no pueda hacerse, pero entraña
riesgos a mogollón. Dejar a los propios escogiendo ajenos tiene muy mala prensa sobre
todo en asuntos de poder, aún cuando se defienda como una forma de transversalidad
más adecuada a los deseos de la sociedad civil de hoy. La cercanía con la fecha de las
elecciones, aún cuando no se adelanten por decisión del Presidente de Gobierno, quita
autenticidad a la idea de que el movimiento surge para ayudar a los ciudadanos en sus
necesidades y no como un mero instrumento electoral.

Por otra parte, el hecho de que sea una Vicepresidenta en ejercicio del Gobierno de
España, la segunda por más señas, la que ponga a rodar el proyecto citado deja volar la
imaginación sobre cuál sería la importancia que el público daría a su aparición sin la cota
de poder real que el cargo comporta a la citada; cómo va a poder compatibilizar su trabajo
institucional con el trabajo necesario para que un asunto de esta categoría pueda seguir
moviéndose y creciendo, y sobre todo cómo conjugará su papel como gestora y miembro
de un equipo gobernante y su segura necesidad de hacer crítica a la institución. El juego
actual de Podemos, por una parte miembro activo y responsable del Consejo de Ministros
y de sus decisiones, y por otra perteneciente a un reducido partido en coalición de dos,
protestando cada vez que alguna toma de postura gubernamental le parece que puede
molestar a sus afines, va a salirle caro en cuanto a votos, pues es tan público y notorio el
oportunismo que no creo que sus afines no se lo hagan pagar.

La pregunta que muchos ciudadanos se hacen es que ocurrirá, una vez que Yolanda Diaz
deje las tareas de Gobierno, terminada esta legislatura, y su fama de competente y
exitosa (algo que, por cierto, sólo parece percibirse en los cenáculos periodísticos
madrileños) sea solo un recuerdo porque ya no tenga poder de acción, como ministra,
entre las fuerzas sociales. Su trabajo (sin duda, bueno) no puede verse fuera del contexto
de unos fondos europeos, a repartir en España y el resto de países europeos, y una
política económica expansiva generalizada en contra de la crisis. Y la deuda ahí está.


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *