im
Comparte en redes sociales

Pensaba yo el otro día en cómo puede ser posible que alguien le quite a una persona su nacionalidad, cuando ésta es por nacimiento, pues se nace donde se nace. Pero puede que en este punto (como en lo del cambio del sexo sin demasiados controles) algunos estemos confundidos. Y que la realidad y la oficialidad no tengan por qué ir de la mano. Dicho sea con socarronería. Visto lo visto. Aunque creo que todos debiéramos diferenciar. Para contrarrestar las apariencias. Y más los políticos. 

En el mundo de hoy existen dos conceptos predominantes: el aceleracionismo y el cortoplacismo. El primero dicta el vivir a toda velocidad; aspiraciones, triunfos…la vida en suma, deben galoparse rápido, rápido… en nuestros días. El segundo busca la ganancia a corto plazo, cumpliendo las órdenes del dinero. El uno implica frustración, decaimiento, neurosis.. si no se consigue lo que se pretende a la primera de cambio. El dos implica desigualdad manifiesta en una época que predica lo contrario. Y otra vez, insatisfacción.

El aceleracionismo y el cortoplacismo ordenan fuertemente la vida política. De su aplicación dicen mucho algunas leyes, y las normas que se aprueban por doquier. Lo pensaba yo el otro día al ver la reacción tan airada de muchos extremeños ante la decisión de la Junta de declarar el Martes de Carnaval día de fiesta en la región. Otra vez el cortoplacismo al mirar solo algunos sitios sin contar con todos los intereses, cuando es sabido que los carnavales no se celebran con idéntico brío en cualquier sitio de Extremadura. En algunos de éstos, si se quitasen los buenos oficios de colegios y asociaciones de padres, apenas habría celebración. Otra vez la oficialidad que manda cómo vivir sin atenerse a la realidad. 

Atónita me quedé hace poco, escuchando decir a Echenique, el portavoz parlamentario de Podemos, que resulta peligroso romper la mayoría feminista. Como si no estuviera bien, pero que bien, rota ya en virtud de unas prisas que renunciaron al diálogo y al consenso de las muchas opiniones expertas sobre la materia. Así que, de nuevo, por un lado va la oficialidad de ciertas leyes aprobadas en el Parlamento y por otra, la cruda y real situación de un movimiento de mujeres hondamente dividido, donde una de las partes no cree en lo que dichas leyes defienden.

Cuando empezaron a ocupar hueco en los medios de comunicación las anécdotas del debate parlamentario, debatía yo con un excelente diputado la dificultad de congraciar la fortaleza y seriedad de los argumentos, cuando de leyes se trata, con el chascarrillo que llama la atención de “los más” que siempre son los menos informados. Y lo difícil de hacer bien la elección. Para no prostituirse intelectualmente.

Poco ha cambiado todo desde entonces porque el sistema parlamentario, autonómico y nacional, sigue teniendo las mismas normas y los diputados apenas son números que se deben antes de nada a las directrices de sus grupos políticos. Me pregunto si no ha pasado el tiempo suficiente como para que los ciudadanos no reclamen otras conductas y los diputados no deban dar cuenta directa de su trabajo en sus territorios. De muchos, nadie conoce lo qué hacen, ¿así que para qué elegirlos entonces, en el 2023?


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *