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Puede que los pueblos que tienen un sentimiento sosegado de la muerte no se asusten tanto con las operaciones quirúrgicas que a veces tenemos que sufrir, pero para la mayoría de nosotros uno de estos procesos hospitalarios implica riesgos y dolores miles y por tanto los evitamos cuanto nos es posible.

El avance de la química, de la biología y de las ciencias en general han puesto de moda las operaciones con fines estéticos. Usted, incluso, conoce a algún padre que regala a su hija por terminar bien los estudios o cómo regalo de cumpleaños unas prótesis mamarias, unos pómulos o un nuevo trasero. Muchas chicas jóvenes se identifican tanto con esa “mujeres piedra” de las pantallas televisivas que no dudan en ponerse en manos de un “especialista” para verse mejor. La influencia de la publicidad en este asunto es tan desmesurada que nuestras jóvenes no encuentran la forma de esquivarla para no hacerse daños innecesarios en su físico.

Vivimos en una sociedad ampliamente tecnificada, con fuertes recursos para algunas necesidades o caprichos, pero profundamente desmembrada en lo que se refiere a la convivencia y el bienestar objetivo de una colectividad.Y eso se nota en su reacción ante los conflictos reales e importantes. No se puede tomar cómo algo de tipo general lo que voy a decir a continuación, porque hay lugares y grupos de personas que se muestran rebeldes ante determinadas circunstancias y saben lo qué hacer, aunque son los menos.

Uno de los casos de ineficiencia de la sociedad civil es su falso o escaso conocimiento de lo que significa una democracia. Por lo general existe el convencimiento de que la única (o la primordial) obligación dentro de ella radica en votar en las elecciones a un partido político y delegar en sus representantes. Luego, si éstos no cumplen con sus obligaciones o, a pesar de hacerlo, no consiguen dar respuesta a las necesidades de sus convecinos, sucede que todos ellos, aún sintiéndose estafados, no saben cómo reaccionar o temen hacerlo con prontitud.

Un ejemplo claro es el de la situación actual del transporte por tren en Extremadura, muy mala, dado que un día si, un día no, el usuario tiene problemas, bien porque los trenes se retrasan o no llegan, bien porque se incendian o se paran. Lo he dicho en otros sitios. Lo suyo es el boicot a la empresa, lo suyo es no utilizarla, pero ésta sin duda conocedora del carácter manso de los extremeños “regala” los billetes y se garantiza un número diario de pasajeros que caen en la trampa de seguir usando los servicios, pobrísimos debido, en una buena parte, a esa gratuidad. La publicidad hará el resto: si no se pierden ocupantes la situación no será tan mala, y los responsables políticos se pueden  justificar.

Una sociedad democrática y bien formada no debería de consentirlo. Digan lo que digan sus representantes y las promesas electorales. Una sociedad madura tendría que reaccionar. Y ser más exigente en la práctica. Pero no lo hará. Lamentablemente. El seguidismo y la apatía se lo impiden. Dejan cocer la ira interiormente. Pero a veces, ni eso. El pueblo así está ninguneado. Cuando se levantó  lo castigaron fuertemente  Y para muchos años. Y eso ha quedado en la memoria colectiva.


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