LA AVENTURA DE SER MUJER, por Paloma Delgado

Las aventuras de Indiana Jones son juegos de niños si las comparamos a las aventuras que vivimos muchas mujeres  hoy en día.


Por suerte, desde que era pequeña, me inculcaron la importancia que
tenía el trabajo y el estudio, entre otras cosas, así que desde siempre aprendí
a organizar bien mi tiempo.
 El
día tiene 24 horas para todos, ni más ni menos.

 

 Pero el verdadero significado de la
típica excusa «no tengo tiempo» la entendería más tarde, cuando
nacieron mis hijos.

 

Para empezar, cuando tienes el primer hijo, tu vida cambia radicalmente.
Aparece en tu vida la persona más importante y más frágil a la que tienes que
cuidar, mimar, proteger y a la que no quieres perder de vista ni un solo
momento, incluso cuando duerme quieres estar vigilante, la persona te eclipsa
con tanta paz y ternura,  y que transforma
tu casa completamente, incluso el olor la hace diferente.
 

 

Pero el tiempo de baja maternal se agota y hay que incorporarse al trabajo,
empiezan los catarros, las noches sin dormir, las visitas a urgencias en horas
intempestivas porque el ni
ño ha vomitado ¿ha vomitado? ¡es terrible! pero llegas al hospital y
el pediatra de turno no le da mayor importancia y te manda comprar suero oral.
Recorres toda la ciudad de farmacia de guardia en farmacia de guarda  sin resultado positivo porque
 debe haber un virus y se han agotado todas las
existencias de suero oral… cuando por fin lo encuentras y vuelves a casa el
ni
ño duerme plácidamente y no te atreves a
despertarle
¿y ahora qué hago? a ver a quién llamas a
las 3 de la madrugada para que te aconseje, así que te metes en la cama a
intentar dormir pero no lo consigues, el fantasma de la incertidumbre no te
deja, cada poco te levantas
 a ver si el niño respira… y rezas mientras deambulas por los pasillos de la casa a
oscuras sin saber qué hacer.

 

Suena  el despertador,  ya es otro día, tienes que llegar al trabajo fresca
como una lechuga y además rendir al máximo y que no se diga

.

Luego llega la otra fase que es la etapa escolar, con todo lo que conlleva.

Y con el colegio llegan las temidas actividades extraescolares.

Estad preparadas porque llega la mayor carga de adrenalina y no habéis
hecho más que empezar.

 

Un día cualquiera sales del trabajo, vas por la M-40 como si estuvieras
protagonizando una persecución y tuvieras detrás todos los coches de policía de
las pelis americanas que van dando vueltas de campana en cada curva que tomas
mientras vas rezando  
¡por favor, que no haya atasco! 

 

Llegas al colegio con la lengua fuera pero has conseguido aparcar.


Mientras esperas a la puerta del colegio hecha un manojo de nervios  mordiéndote las uñas,  ves que los niños salen tan tranquilos hablando con sus amigos  (¡vamos a llegar tarde a natación!). Como la
noche anterior preparaste sus mochilas de deporte, el que tiene fútbol  se van cambiando en el coche. Cuando llegamos
a los campos de fútbol del Real Madrid (no, no vale un equipo que entrene al
lado de casa) el niño está entusiasmado  con su traje blanco impecable que después te
tocará lavar, pero no importa, el niño es feliz…

 

Vuelves a subir al coche para ir al otro extremo de la ciudad con todos los
semáforos en rojo y debes llegar en diez minutos porque la niña tiene natación.

 

Mientras les tienes ocupados, aprovechas para ir a comprar cereales para el
desayuno de mañana que se han terminado y de paso darte un capricho y tomarte
un zumo de brick que has comprado en el super  porque estás agotada aunque no lo sabes.

 

De nuevo subes  al coche que, ya
quisiera  Carlos Sainz tener tanta
destreza como tú para atravesar grandes ciudades, llegar ileso y que no se te
rompa el coche en un semáforo para que nadie te grite ¡trata de arrancarlo!.
Llegas a tiempo para recoger al del fútbol  ¡ponte el cinturón que vamos a por tu hermana!
 También conseguimos llegar a tiempo

Ya más tranquilos volvemos a casa, el baño, lavadoras, los deberes,
preparar los libros, hacer la cena…

Mañana es martes y nos toca tenis… el
miércoles actividades culturales y reunión en el colegio…  los jueves son como los lunes y esto parece el
cuento de nunca acabar.

 Cuando, ya de noche,  llega el padre cansado del trabajo y nos ve a
todos sentados esperándole con la mesa puesta para la cena nos dice

 ¡qué bien vivís!

 

Volviendo la vista atrás, me doy cuenta de lo importante que fue siempre
poder  contar con los abuelos que, aunque
lejos, siempre están dispuestos a ayudarnos.

 La familia es lo más importante que
tenemos  y son los niños son los que nos
dan la vida y no al revés.

 

Cuando los hijos se hacen mayores, dispones de un tiempo al que no estabas
acostumbrada y empiezas a hacer otras cosas que siempre te han gustado y que
dejaste de hacer, como el deporte, leer, visitas museos, quedar con las amigas…
y ahora toca esperar hasta que Dios quiera que empiecen a llegar los nietos, con
quienes volvería a vivir las mismas aventuras.

 

 Mientras tanto, te llaman las amigas
más jóvenes con hijos aún peque
ños para pedirte consejo como si ya
fueras abuela.

Ayer una de ellas me pasa un whatsapp a  las 10 de la noche:

-A la niña le duele mucho el oído ¿conoces algún remedio casero? me han dicho que le eche aceite algo caliente
por el oído.
 

-Deja de meter marranás a la niña por los oídos ¿no tienes Dalsy?

¡Ah, vale! sí tengo.

-Pues dale Dalsy  entonces… pero por la boca…a ver si se
lo vas a inyectar por el oído que eres un poco burra.

-Ja, ja, soy de Toledo pero no soy «bola»

(Enviamos desde aquí un saludo especial a las mujeres de Toledo, que nadie
se ofenda, quien lo dijo es paisana vuestra y la tengo mucho cariño).

 

Y por hoy nada más. Cuidad de los niños que son el futuro, de los abuelos,
que son el presente y  siempre estuvieron
o están ahí dispuestos a echarnos una mano y ahora solo nos tienen a nosotros.