Siempre se hace balance cuando se acaba un año y nos
ponemos a contar lo rápido que se pasó. Son 365 días. Son los mismos días que
cualquier otro, pero éste no ha sido igual que el pasado, y éste que por
fin se acaba, no será igual que el próximo, que por fin llega. Y
esperemos que llegue de otra manera, aunque lo que hasta ahora se anuncia,
tiene pinta de parecerse mucho a éste.
Un año muy complicado. Un año de grandes cambios. Un año
con un nuevo Gobierno en nuestro país. Un año lleno de recortes de derechos en
el ámbito laboral, económico y social. Un año que lo recordaremos también por
su conflictividad social. Un año que será recordado como aquél en que se
comenzó a desmantelar el Estado social y de derecho que se había construido en
nuestro país con mucho esfuerzo.
Un año en el que la ciudadanía por otro lado, recuperó
buena parte de su protagonismo y que lo hizo al margen de las organizaciones
sociales y políticas tradicionales. No quiere decir que no secundara de forma
importante las reivindicaciones de las mismas, pero sí que lo han hecho en
muchas ocasiones sin esperar a ser convocados, a ser llamados. Es la sociedad
civil que con ciertas razones se reivindica.
Se reivindica y se moviliza. Son las repercusiones que
tiene un cierto hartazgo de la política y de los políticos por parte de los
ciudadanos lo que ha hecho que haya sucedido así. Es el enfado popular lo que
se muestra; es la necesidad de la gente que necesita de expulsar su
indignación; es el cabreo general de aquellos que no entendemos, ni
comprendemos ni compartimos el porqué tenemos que pagar por lo que otros
hicieron.
Es la señal que podría resumirse en un par de frases: No se
entiende como puede haber gente sin casas y casas sin gentes…o No se puede
entender cómo se puede destinar dinero público a los bancos y los ciudadanos
tienen que seguir pagándoles a los bancos, perdiendo sus casas.
Leía hace unos días en un artículo » que no pensaremos
de otra forma, si no hablamos de otra forma»…será difícil en cualquier
caso, pero habrá que intentarlo. Este que se va, nos empujó a hablar todos los
días de lo mismo. La brecha que se ha abierto es muy profunda. Quienes hoy
están gobernando y recortando en nuestro país nunca estuvieron muy de acuerdo
en compartir y repartir: Ni derechos, ni prestaciones, ni servicios. Es lo que
podríamos llamar posibilidades de igualdad.
Necesitamos generar confianza para llegar a alcanzar
objetivos y romper la dinámica en que estamos instalados desde que se inició la
crisis. Necesitamos recuperar la confianza en la política por el bien de los
ciudadanos y también por el bien de la izquierda social y política.
Aunque sólo fuera por ésta razón, ojalá en el 2013
pudiéramos volver a recuperar un espíritu de relación y de afecto entre la
ciudadanía y la política. Creo que sería una buena razón.