Lo funcionarial nos manda, lo peor de su espíritu y saber hacer impregna lo que hacemos, respiramos y sobre todo en lo que se legisla. Se nota mucho que jamás han pagado una nómina o han arriesgado un solo euro de su patrimonio para crear riqueza y empleo, nada.
La tipología tiene los siguientes denominadores comunes:
– Siempre han vivido con su sueldo garantizado
– Nunca han bajado a la arena del mercado y la competitividad
– Nunca han conocido la tensión de negocio alguno
– Nunca han dejado de dormir para inventar para prosperar
– Nunca han sentido el pavor de tener que pagar las nóminas
– No tienen sentido de empresa
– No tienen el vértigo de que las cosas dependan de tu decisión y empeño
– El dinero del que hablan siempre es ajeno
– Los esfuerzos siempre son de los empresarios, los impuestos y los sacrificios también
– Como se nota que ellos no pagan los derechos adquiridos.
Los funcionarios que nos gobiernan no saben de lo que hablan cuando proponen sus reformas laborales. El que no ha sentido todo lo anterior es un analfabeto de la economía real y es una temeridad confiarles la reforma de un país que está en bancarrota.
– Menos intervención
– Menos impuestos
– Menos regulaciones absurdas
– Menos burocracias
– Menos sospechas
Las empresas tienen que adelgazar sin costes, las empresas no pueden despedir arruinándose.
La gente tiene que interiorizar que va a cobrar lo que produce, y con ello una parte de ese beneficio este es el único trato, ni despidos improcedentes, ni días de asuntos propios, ni personales. Un empleado es un proveedor, tanto aporta, tanto cobra, los seguros médicos, planes de pensiones y demás que cada uno se pague el suyo.
Cuando esto pase habrá motivación real para trabajar
