![¿QUIÉN SE ACUERDA DE NUESTROS EMIGRANTES? [Img #32038]](upload/img/periodico/img_32038.jpg)
cortó el flujo migratorio extremeño (tras la crisis mundial de 1973), que en
los veinte años anteriores se había llevado de nuestra tierra a más de 650.000
personas, camino de las zonas industrializadas de España y los países prósperos
de Centroeuropa.
En 1978 (hace veinticinco años ahora) se celebraba
el I Congreso de Emigrantes Extremeños, al que seguirían dos más, así como la
creación de un Consejo de Comunidades Extremeñas en los años siguientes. A
partir de ahí, el número de Casas Regionales en el exterior creció de forma
exponencial: de apenas media docena a mucho más de la centena. La Junta de
Extremadura creó una Consejería de Emigración y Acción Social, y se legisló
abundantemente para favorecer la acción extremeña en los lugares de recepción
de estos emigrantes, la atención a los mismos en los lugares de acogida, así
como facilitar acciones de retorno y reinserción.
Los años pasaron y, como tantas veces, la sombra del
olvido fue extendiendo su manto sobre lo que fueron entusiasmos iniciales.
Sombra de olvido que en los últimos tiempos -en que la excusa de la crisis
económica tanto se evoca para dejar atrás atención y compromisos- se ha hecho
espesa como una niebla densa que no nos deja caminar.
Y eso es lo que parece que nos falta: el caminar
unidos. El proyectar unidos. El realizar actuaciones que mutuamente nos unan y
enriquezcan.
Son muchos los emigrantes y activistas de
asociaciones y federaciones legendarias que me han confesado su cansancio, su
desánimo por la falta de apoyo institucional con el que mantener el plan de
contactos, actividades y promociones que han llevado y muchas siguen llevando a
cabo.
Semanas culturales de conocimiento y promoción de
nuestra historia, legado artístico, natural, patrimonial, culinario, turístico,
etc. Exposiciones de productos culturales, artesanales, industriales de la
tierra en los lugares de asentamiento. Visitas, excursiones promocionales, intercambios
juveniles y generales. En fin, toda una trama bien tejida con los años de
convivencia, conocimiento, escaparate exterior, etc., que se ha ido dejando de
apoyar desde aquí, como si fuera una carga onerosa y no un ventajoso
lanzamiento de Extremadura en el exterior, gracias precisamente a estos
embajadores voluntarios.
¿No es posible rectificar esta desidia? Aunque sea
por “egoísmo regional”, ¿no se plantean utilizar de nuevo la infraestructura de
las Casas Regionales y el entusiasmo de sus socios para la promoción de
nuestros valores y productos? ¿Tanto cuesta el escaso apoyo que necesitan, que
las instituciones oficiales -capaces de despilfarrar en lo que no se debe- no
son capaces de sostener lo que en esencia es inversión pura? Mantener los lazos
y la ayuda es no solamente de justicia sino beneficioso para una región que
tiene fuera a más del 40% de los que aquí nacieron.
http://moisescayetanorosado.blogspot.com






