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¿QUIÉN SE ACUERDA DE NUESTROS EMIGRANTES?

OPINIÓN
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[Img #32038]A mediados de los años setenta del siglo pasado se
cortó el flujo migratorio extremeño (tras la crisis mundial de 1973), que en
los veinte años anteriores se había llevado de nuestra tierra a más de 650.000
personas, camino de las zonas industrializadas de España y los países prósperos
de Centroeuropa.


En 1978 (hace veinticinco años ahora) se celebraba
el I Congreso de Emigrantes Extremeños, al que seguirían dos más, así como la
creación de un Consejo de Comunidades Extremeñas en los años siguientes. A
partir de ahí, el número de Casas Regionales en el exterior creció de forma
exponencial: de apenas media docena a mucho más de la centena. La Junta de
Extremadura creó una Consejería de Emigración y Acción Social, y se legisló
abundantemente para favorecer la acción extremeña en los lugares de recepción
de estos emigrantes, la atención a los mismos en los lugares de acogida, así
como facilitar acciones de retorno y reinserción.


Los años pasaron y, como tantas veces, la sombra del
olvido fue extendiendo su manto sobre lo que fueron entusiasmos iniciales.
Sombra de olvido que en los últimos tiempos -en que la excusa de la crisis
económica tanto se evoca para dejar atrás atención y compromisos- se ha hecho
espesa como una niebla densa que no nos deja caminar.


Y eso es lo que parece que nos falta: el caminar
unidos. El proyectar unidos. El realizar actuaciones que mutuamente nos unan y
enriquezcan.


Son muchos los emigrantes y activistas de
asociaciones y federaciones legendarias que me han confesado su cansancio, su
desánimo por la falta de apoyo institucional con el que mantener el plan de
contactos, actividades y promociones que han llevado y muchas siguen llevando a
cabo.


Semanas culturales de conocimiento y promoción de
nuestra historia, legado artístico, natural, patrimonial, culinario, turístico,
etc. Exposiciones de productos culturales, artesanales, industriales de la
tierra en los lugares de asentamiento. Visitas, excursiones promocionales, intercambios
juveniles y generales. En fin, toda una trama bien tejida con los años de
convivencia, conocimiento, escaparate exterior, etc., que se ha ido dejando de
apoyar desde aquí, como si fuera una carga onerosa y no un ventajoso
lanzamiento de Extremadura en el exterior, gracias precisamente a estos
embajadores voluntarios.


¿No es posible rectificar esta desidia? Aunque sea
por “egoísmo regional”, ¿no se plantean utilizar de nuevo la infraestructura de
las Casas Regionales y el entusiasmo de sus socios para la promoción de
nuestros valores y productos? ¿Tanto cuesta el escaso apoyo que necesitan, que
las instituciones oficiales -capaces de despilfarrar en lo que no se debe- no
son capaces de sostener lo que en esencia es inversión pura? Mantener los lazos
y la ayuda es no solamente de justicia sino beneficioso para una región que
tiene fuera a más del 40% de los que aquí nacieron.


http://moisescayetanorosado.blogspot.com

 


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