Hace tiempo, demasiado/ que el olvido trabaja muy duro/ en
tu nombre
Como un huerto que regar/ cada mañana, dispone/ el orden
cardinal de mis rutinas.
Primero pienso en ti casualmente,/ seguro que como a
tantos otros,/ me asaltan las orillas,/ de unos muslos inundados y ese delta/
tantas veces profanado/ de limos muy suntuosos;/ luego viene la tortura/ de un
desierto postergado,/ el callejón de las dudas/ que barrí como un poseso/ sin
ventajas objetivas/ ni ulteriores resultados;/ y, al final, ya desnortado/ me
pierdo entre las dunas/ turgentes de un cuerpo que fue meca/ de herejes,
colmado de azahar y otras esencias/ con las que el mundo engatusa a los
mortales/ pues, con no poca mezquindad,/ la ley cruel de los mercados/ pretende
cobrar una deuda/ que nunca fue contraída/ y si lo fuera algún día/ en un pasado
imperfecto,/ qué lejos de allí
estarían/ mis botas de siete leguas/ que ya casi ni me
acuerdo.