Nada puede ser peor para un poeta que verse reconocido en los foros bárbaros de internet. Él, que soñaba con ediciones exquisitas para gourmets de la imprenta, para condes de siruela, verse relegado al ámbito poligonero de quien hurga en la entrepierna, le daba mal.
Mas, mejor hacer algunos bolos de lo lírico en la red, que verse condenado a la épica, si no fuera al ostracismo, de leerse sin llegar a comprenderse ni a uno mismo.