Los cooperantes son: Clara Viejo y Javier Miguel, que viajarán a Lima la primera semana de julio y permanecerán allí hasta finales de agosto, y María Fernández y Daniel Barcenilla que llevarán a cabo sus tareas de cooperación durante los meses de agosto y septiembre.
La misión que desempeñarán estos cuatro cooperantes, será la revisión, seguimiento y colaboración en todas las acciones que, como misioneros, desarrolla el Movimiento Inquietud desde hace 14 años, cuando a través de Cáritas Diocesana de Plasencia, se les entregó el proyecto «Ancieta Alta», que consistía en dotar de infraestructuras a un hogar comunal en el asentamiento humano de Ancieta Alta en Lima (que cuenta con más de 1500 familias y unos 9000 habitantes) y promover un programa de Apadrinamientos para hermanar familias españolas y peruanas con el fin de poder cubrir las necesidades básicas de estas familias, tales como comida, medicamentos, ropa, útiles escolares, atención médica, atención psicológica, etc., etc.
Durante estos años, los proyectos llevados a cabo allí y el éxito de los mismos, han supuesto que actualmente haya aumentado el número de asentamientos humanos y personas con las que colaboran, ya que como todo el mundo sabe, la desigualdad, el hambre y la falta de servicios básicos en la capital peruana es enorme. Ahora mismo trabajamos con Ancieta Alta, Ancieta Baja y Santa Rosa, todos en la capital peruana.
En la última visita a Lima, en el año 2010, el Movimiento Inquietud se trajo un nuevo proyecto un poco más alejado de la capital de Perú. El lugar elegido fue el desierto de Ica, al sur del país. Después del terremoto ocurrido allí en agosto de 2007, la ciudad de Ica quedó parcialmente destruida.
Millares de casas se vinieron abajo y ante la imposibilidad de ser reconstruidas muchos de sus habitantes emigraron al desierto. Allí, las condiciones de vida son mucho peores que en la ciudad, ya que en medio del desierto no existen ningún tipo de instalaciones ni infraestructuras para las viviendas que se han ido construyendo desde que comenzara el éxodo de familias en 2007.
La primera necesidad que vieron sobre el terreno, fue la atención a la multitud de niños que allí encontraron. En el asentamiento, habían levantado una humilde estructura con cañas para acondicionarla como comedor infantil, y gracias a la colaboración de varias ONGDs, cerca de una centena de niños podían hacer su única comida al día gracias a este comedor.
El proyecto consistió en construir una estructura de obra, con paredes y techo, para que los niños pudieran ir a comer allí todos los días favoreciendo un entorno saludable y limpio, sin importar las inclemencias del tiempo, ya que en el desierto, el clima puede sufrir cambios drásticos.
Una vez edificado el comedor, han seguido con la construcción de más elementos para el centro, tales como cuartos de baños y ambientes para que puedan funcionar como guardería, lugar de apoyo de estudio y ludoteca para los niños y jóvenes.
Los cooperantes también harán el seguimiento del programa de Apadrinamientos, que lleva 14 años funcionando y con el cual, más de 50 familias placentinas colaboran con las familias de los diferentes asentamientos humanos.
«Desde aquí invitamos a todos los que deseen ayudar a estas personas, que tanto nos necesitan, hermanándose con una familia peruana. La pequeña aportación, que para ellos supone comer todos los días, es de 15 euros al mes», asegura el Movimiento Inquietud.