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POR LA BOCA MUERE EL PEZ

OPINIÓN
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           No conoció ni a su padre ni a su madre.  Miguel Iglesias Expósito fue uno de los muchos niños abandonados  en el torno de un hospicio.  Por ello, a medida que creció y matrimonió con Severa Osuna  Miguel, se le conoció en el lugar como Ti Miguel “El Pilongu”.  Y si por Las Hurdes a los incluseros se les llama “píluh”, por las tierras más cercanas al Alagón se les denomina “pilónguh”.  Parece ser que Ti Miguel vino al mundo el mismo día en que los EEUU de Norteamérica, que ya mostraban ínfulas imperialistas, se adueñan de facto de la isla de Cuba y, tal como ahora con el genocidio en la Franja de Gaza, desenroscan su lengua viperina y se las amañan para colocar un gobernador yanqui en territorio cubano.  La independencia de la isla quedaba en entredicho.

 

     Siendo ya un mozo hecho y derecho, Miguel “El Pilongo” se vio envuelto en el robo de un chivarro.  Noche de farra, con la presencia de un señoritingo, emparentado con los grandes terratenientes ligados al condado de Oliva de Plasencia.  Del señoritingo fue la idea y él fue quien perpetró el robo y degolló al chivarro.  En la comilona, participaron más.  Tenía la vara de mando en el pueblo, en aquel entonces, el vecino Francisco Sánchez Montero, al que parece ser que le decían Ti Quico “Lucena”.  Todas las fuerzas vivas, sumisos perros falderos de los poderosos, intentaron por activa y por pasiva poner la mano en el fuego por el señoritingo.  Ti Miguel me narró los hechos un atardecer, sentados ambos en la Cruz de Piedra: “-¿Sábih que cantábamuh ántih pol lah tabérnah?  Poh aquellu de “cuandu s,emborracha un pobri,/lo llaman el borrachón./Cuandu s,emborracha un ricu,/ ¡qué malitu ehtá el señol!”  ¡Poh asín pasó!” El caso fue que las culpas recayeron sobre Ti Miguel y sobre  otro infeliz que lo llamaban Perico “Andola”.  “Peru –seguía relatando el paisano-, cumu dici el refrán, al cabu la póhtri <la palombita blanca regüelvi lah suh trámpah>, y tó se supu.  Cantó unu, al que le recomía la concencia, y tóh loh vecínuh supun la verdá, y loh que tántah alabánciah echaban al señoritingu, qu,era un pájaru de muchu cudiau, se tuvun que metel la lengua en el culu y, ¡jala, a espigala!”

 

     En carne viva estamos presenciando el candente tema del día, en lo que a este país se refiere.  Horas bajas para el Molt Honorable Jordi Pujol y su prole.  Lo de honorable pasó a miserable y despreciable.  Uno más que traspasó con creces las trapacerías de Rinconete y Cortadillo, y luciendo, con chulería, la medalla de oro de la Generalitat en mitad de su velludo pecho.  Pero también Jordi contó y cuenta con canes serviles, tal que los terratenientes extremeños de antaño.  Su heredero en las lides políticas, Artur Mas, se echó a la arena para lanzar balones fuera: “-Es un tema estrictamente privado, personal y familiar…  El tiempo pondrá las cosas en su sitio y se valorará su trabajo a favor de Cataluña”.  O sea, que el tiempo todo lo perdona, incluso a los que supuestamente se lucran avariciosa e ilegalmente y envían sus latrocinios a los paraísos fiscales.

 

     Y si a la deriva va el barco de la derecha nacionalista y catalana, se puede decir otro tanto de la derecha que muestra, en muchísimas ocasiones, ser más españolista que la España que ha sufrido y sigue sufriendo los cortes perpetrados por esas tijeras rojigualdas que tan bien saben manejar los esquiladores conservadores y neoliberales. También éstos ponen la mano en el fuego por sus adláteres, o viceversa, aunque hayan metido sus uñas hasta el fondo del cajón o las patas hasta el corvejón en las arcas públicas.  ¿Cómo no acordarse de aquel Rajoy que, en enero de 2013, enviaba diversos correos telefónicos al imputado Bárcenas, animándole a que tuviera fortaleza?  ¿O cuando calificaba a Francisco Camps de ”político ejemplar, honrado y extraordinario”?  ¿0 al referirse a Jaume Matas, que acaba de ingresar en prisión, como a “un amigo que tiene personalidad, coraje, determinación y valentía”?  ¿O aquellos piropos de “ciudadano y político ejemplar” que le  lanzaba a Carlos Fabra, expresidente por el PP de la Diputación de Castellón y condenado recientemente a cuatro años de cárcel, o los que le dedicó al cacique gallego José Luis Baltar, que administró durante 22 años la Diputación de Orense como si fuese un coto privado?  Y ahí sigue, tan impávido, nuestro Presidente de la nación, sin haber tenido la honestidad de dimitir, como lo han hecho otros políticos por causas mil veces más nimias.

 

     ¿Pero cómo no acordarse, también, de aquel Felipe González, tan repanchigado y aburguesado hoy en Gas Natural y por el que suspira Pedro Sánchez, actual Secretario General del PSOE?  Felipe puso muchas veces la mano en el fuego por los que robaron el chivarro y se quisieron quitar el marrón de sus costillas.  Ahí está septiembre de 1998, cuando abrazaba y se despedía, junto con otros altos cargos de su partido, a la puerta de la cárcel del exministro José Barrionuevo y del exsecretario de Estado Rafael Vera, condenados por haber quebrantado el Estado de Derecho.  Se chamuscó la mano, o se la aburó por completo, al salir en defensa de la honradez del exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán, o del exgobernador del Banco de España Mariano Rubio.

 

     Si al fortachón de Ti Miguel “El Pilongo” no se le hubieran consumido los pulmones un día de Santa Pulqueria de 1986, podría percatarse de que a docenas se cuentan los políticos que siguen sacando su lengua a paseo, y seguro que él exclamaría: “-¡Mecagüen diola, que pol la boca mueri el pé!”  Y añadiría: “En boca cerrá, no entran móhcah”.  Pero no moscas, sino moscones continúan entrando en las bocazas de personajes como Esperanza Aguirre, Vicente Martínez Pujalte y otros de la cuerda pepeísta, al mostrar grandes ojeras y espesa tristeza ante las que consideran livianas faltas de sus correligionarios condenados en estos días a pasar varias lunas a la sombra.  No se libran de ello Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Guillermo Fernández Vara ni José Antonio Monago Terraza, expresidentes los dos primeros y Presidente actual el tercero de esta tierra donde era incierto que nacían los dioses.  Unos, del PSOE –valga el ejemplo-, por echar un capote (y seguir echándoselo) a concejales socialdemócratas de Plasencia, condenados por la Justicia. Y otros, del PP, por haber clamado a los cuatro vientos (julio 2011, en el periódico “Publico”) aquello de “yo no he venido a hacer recortes sociales.  Antes me corto un dedo, ¡vamos!”  ¿Alguien le ha visto a Monago un dedo de menos? Y no mentamos al caso “Chequina”, porque el bochorno enrojecería estas páginas. Entre ellos, se arropan y se tapan.  Y cuando alguno de los suyos es condenado, se ahogan en un mar de lágrimas y lo ensalzan a los altares, entregándoles la palma del martirio, como a un camarada caído en heroico combate.

 

     Ante tanta hartura y asco del pueblo por tamaños despropósitos, más que cansado de que muchos sinvergüenzas sigan haciendo bueno aquello de “una ancha capa todo lo tapa”, ya pueden tener cuidado con los idus de marzo ciertas formaciones políticas que hoy se vienen erigiendo en paladines de la ética, la honestidad y su afán por construir una sociedad más libre, más igualitaria y más fraterna  Que Izquierda Unida de Extremadura preste oídos al aviso a los navegantes.  Mayor transparencia ante algunas telarañas y fuera todo coqueteo con quienes tienen in mente una Reforma Fiscal que atufa a sectaria ideología de derechas y con los que no paran de abofetear al pueblo mientras siguen engordando los beneficios de la banca y de las grandes empresas.  De ese color es el crecimiento del que nos hablan y de los brotes que dicen que comienzan a surgir en la pradera.

 

     Ti Miguel “El Pilongo” era de aquellos que afirmaban que “al toru pol lah áhtah, y al hombri pol la palabra”.  Sin embargo, hay muchos que no aprenden y, sabiendo más que de sobra quién ha robado el chivarro, se hacen cómplices del ladrón, mostrando un patético baboseo por sus rastreras lenguas.  Y ya lo decía el gran dramaturgo, poeta y actor William Shakespeare: “Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”.


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