O TODO O NADA

[Img #41130]Seis meses. Es el plazo que se da Guillermo Fernández Vara para poner en marcha sesenta medidas que afectan a todos los ámbitos de la sociedad extremeña. Lo ha firmado ante notario. Si no cumple con este paquete de acciones encaminadas a cambiar Extremadura se marcha a su casa. Aunque primero tiene que ganar las elecciones autonómicas del 24 de mayo de 2015 y ser, de nuevo, investido como presidente de la Junta de Extremadura. Algunos ven arriesgada su apuesta, más teniendo en cuenta que no sabe qué se va a encontrar después de los cuatro años de Gobierno del Partido Popular y del presidente José Antonio Monago Terraza, pero él está convencido de que existe otra forma de hacer política y así se lo hacía saber esta mañana de viernes a los directores de los medios de comunicación de la región. O todo o nada. O cumple o sobra en política. Que un político se comprometa hasta tal punto quiere decir, al margen del efectismo, que confía mucho en él mismo y en cuantos le rodean.

 

El Partido Socialista Obrero Español en Extremadura, del que Guillermo Fernández Vara es secretario general, ha presentado su agenda del cambio y presentado su página web www.paracambiarextremadura.es, en la que se recogen las sesenta medidas que comprometen la capacidad de acción y gestión de Fernández Vara en caso de ser el próximo presidente extremeño. Para los ciudadanos, sostiene el candidato socialista, “lo más importante son las cosas que les están pasando a ellos y a sus familias”, como son el empleo, la educación, la salud, la vivienda, la convivencia con sus vecinos, y ahora “también le preocupan los políticos y la capacidad de la política para liderar el presente y el futuro”. Por todo lo anterior, el socialista habla en su agenda del cambio de la lucha contra la desigualdad, de la dignidad, de la igualdad de oportunidades, de ser útil a la vida de la gente, de la justicia social y de que el valor de Extremadura “son sus gentes, que aspiran a vivir una vida con sentido, digna y plena”. Los valores de los extremeños, afirma Fernández Vara, son la honestidad, la sencillez, la cercanía, la fiabilidad de la palabra dada, la defensa de lo colectivo, de la iniciativa, la generosidad en el esfuerzo…

 

Creo que hay que ser muy valiente y estar completamente seguro de la capacidad de gestión o estar completamente chiflado para firmar ante notario el todo o nada que plantea Guillermo Fernández Vara. Bien es verdad que tras 28 años en el Gobierno (24 de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y 4 de su delfín Fernández Vara), la estancia en la oposición ha servido para ver a un PSOE menos institucional y más al pie de calle, comprometido con los problemas de los ciudadanos. Pasar de las alfombras de palacio al otro lado no ha debido ser nada fácil, pero la cura en salud se nota una barbaridad. No quiero que se malinterpreten mis palabras porque he vivido en primera persona las dos etapas, la del Gobierno en la Junta de Extremadura y la de la oposición, y hasta el propio presidente Monago ha resaltado la importante labor que Rodríguez Ibarra realizó en nuestra Comunidad, pero pisar la calle, llamar de tú a tú al ciudadano sin la distancia que da el cargo, vivir de cerca esos pequeños o grandes problemas que existen en una región de un millón de habitantes, han curtido aún más a un Fernández Vara que, opino, con su agenda del cambio no se cree más que nadie sino que está diciendo que es uno de tantos.

 

El Gobierno del Partido Popular y de Monago ha sido nefasto para Extremadura en todos los sentidos. El dinero se ha gastado sin que los ciudadanos sepamos muy bien dónde han ido a parar nuestros impuestos. Se ha primado a amigos y amiguetes y se ha hecho un uso presuntamente indebido de los caudales públicos, como es el caso de la utilización de la tarjeta VISA del presidente de la Asamblea, por no citar los escándalos que nos han llevado a la portada de los medios nacionales como los viajes a Canarias cuando era senador de José Antonio Monago o el inexplicable patrocinio de Pablo Alborán o de Woody Allen a cargo de Organics o de Avante, un conglomerado de empresas públicas que nadie sabe muy bien para qué sirven pero que manejan fuertes sumas de dinero de lo público.

 

Extremadura no tiene por qué estar en boca de todos porque su presidente se crea el heraldo del artisteo o sea un artista él mismo, mirando por encima del hombro a los ciudadanos. Buen ejemplo lo tenemos en la mujer que se ha visto obligada a acampar justo al lado de la casa de José Antonio Monago en Badajoz reclamándole que cumpla su promesa: una casa digna para ella y sus hijos, tal y como le había dicho que haría en otras tantas ocasiones.

 

Por eso, que Guillermo Fernández Vara se comprometa por escrito y se dé un plazo para el cumplimiento de sus promesas, lejos de ser una chulería o una chifladura, es un síntoma de bonanza democrática, de demostrar a los ciudadanos que en Extremadura con un apretón de manos se cierran los negocios y no hay marcha atrás. Ahora queda que sean esos ciudadanos los que le otorguen la confianza el 24 de mayo y le coloquen donde ya estuvo y donde lo hiciera bien: en el sillón de presidente de la Junta de Extremadura. Si esto es así, les prometo que seré el primero en pedir su dimisión si no cumple en seis meses con la agenda del cambio del PSOE que tengo en mi poder. Y ya saben ustedes, porque me van conociendo, que a mí no me tiembla el pulso en llamar pan al pan y vino al vino. Así sea.