No soy muy dado, más bien lo contrario, a usar palabras inglesas, pero este eslogan de los años sesenta, que se usó con fines turísticos, es una definición muy certera de esta nación nuestra, a la que todos pertenecemos, y de la que algunos quieren bajarse, pensando que las hay mejores, pero que seguramente, como en el famoso relato del que buscaba una cruz que se adaptara mejor a él, y acabó, sin saberlo, tras probar cientos, cogiendo de nuevo la que había dejado, seguro que después de buscar otras alternativas volverían de nuevo a la misma. Porque, España es diferente, pero nosotros “semos asina”, y dentro de esa forma de ser está el no darnos publicidad, y no saber hacer las cosas de tal manera, que consigamos que se valoren nuestras cosas en la justa medida. Tenemos un idioma, como el español que tras el Chino Mandarín, con cerca de mil millones de hablantes, el siguiente más hablado es el español con más de cuatrocientos, seguido del inglés, con trescientos sesenta millones, y lo curioso, es que no somos conscientes de ello y permitimos que hasta en nuestra propia nación se minusvalore y se relegue en la enseñanza pública, permitiendo la llamada “inmersión lingüística”. ¿Hay algún país que minusvalore su idioma? Sí, Filipinas, que ha hecho que el español sea una reliquia.
Pero ante las manifestaciones por los hechos ocurridos últimamente en París, y la movilización a nivel mundial, de los líderes nacionales, ante las espectáculo de los yihadistas rematando a un guardia herido, me han venido a la memoria, escenas como la de la vuelta ciclista, el 4 de octubre de 1980, con motivo de las fiestas patronales de Salvatierra,(Álava), tres guardias civiles motorizados que se ocuparían de la organización. Eran las cuatro de la tarde. En las inmediaciones, había unas decenas de espectadores y cincuenta corredores juveniles, que se disponían a tomar la salida en la carrera. De pronto, tres personas, de ETA, salieron del público, a cara descubierta, y comenzaron a disparar con sus pistolas contra los agentes. Estos no habían bajado aún de sus motos, y se encontraban totalmente desprevenidos. Los guardias civiles resultaron alcanzados, por más de una veintena de disparos, y los terroristas se acercaron a ellos, pero optaron por marcharse en seguida, al ver que los agentes sangraban abundantemente. Lo peor es que se acercaron, porque parte de la gente les señaló que algunos todavía no habían muerto, para que los remataran.
Y no sólo no se movilizó ninguna nación para condenar esta barbaridad, sino que no se suspendieron las fiestas. Bueno, pues todavía hay “buenistas” que piden la excarcelación de etarras y “comprenden” “la lucha armada”.
En España ya nadie se acuerda del atentado contra una publicación humorística ya desaparecida, como fue el “Papus”. Un paquete enviado a la redacción, resultó ser explosivo, explotando antes de lo que los terroristas esperaban produciéndose la muerte del portero del edificio que se lo iba a entregar y diecisiete heridos. Se dijo que fue enviado por elementos ultraderechistas, pero nunca se identificó, ni se condenó, a nadie.
Y puestos a recordar atentados “islamistas” (¿) ninguno más terrible que el del 11 M, en el 2004, en la estación de Atocha, con 192 personas muertas y 1858 heridas. Un monumento, recuerda sus nombres, pero posiblemente nadie más que sus familiares, que perdieron a sus padres, madres, hijos, hermanos…los recuerden ya. Nunca se supo exactamente cuál fue el autor intelectual del mismo, y desaparecieron sospechosamente las pruebas. Para lo único que sirvió fue para utilizar a los muertos como “ariete” para ganar unas elecciones.
Pero podemos seguir. ¿Alguien se acuerda de otro atentado islamista en el restaurante El Descanso, del 12 de abril de 1985, que causó 18 muertes? Nadie.
Y nadie compró en su día ningún especial del Papus, que a partir de entonces bajó su nivel de crítica y desapareció, nada que ver con el especial de Charlie Hebdo, tras el atentado, que ha facturado 10 millones de euros, y ha sido objeto de deseo y colección en todo el mundo.
Es evidente que “Spain is different”, no somos capaces de “vendernos”, nos parece que autovalorarnos es mostrar soberbia, y este era según Fernando Díaz Plaja en su “Español y los siete pecados capitales”, el pecado que menos soportan los españoles en los demás, quizás por eso, pretendemos “aparentar” lo que no tenemos o somos, para no ser menos que nadie. Nada tiene de extraño, que tengamos los atentados más terribles, que durante años los etarras practicaran en tiro en la nuca, que pusieran bombas a revistas de humor críticas, que tengamos el segundo idioma que más se habla en el mundo y que encima intentemos que no se enseñe en nuestras escuelas, y encima salen miles de personas a manifestarse para “defender” a aquellos que usaron las pistolas y las bombas como único argumento, que procuran que no se les dé importancia a los cientos de personas muertas y heridas en un atentado indiscriminado en un tren, y además se utilizaron los muertos para ganar unas elecciones… y es que realmente “España es diferente” y los españoles…ni te cuento.