![BAROJA TROPIEZA CON LA GRAMATICA EN CORIA [Img #41554]](upload/img/periodico/img_41554.jpg)
Evidentemente – prosigue el filósofo -, mientras castigaba su estilo, Baroja atendía más al tema de la conversación que a la gramática de su novela. Pero un día nos sorprendió el silencio del novelista, hundido, casi náufrago, en las olas tempestuosas de sus galeradas. Y era tanto más extraño cuanto que a la sazón hablábamos de Goethe y del giro pagano que dio, o quiso dar, a su existencia. Ahora bien: Goethe y su ideal pagano de la vida son dos cosas que suelen, muy especialmente, sacar de quicio a Baroja”.
Al cabo de un rato – y dejo el texto orteguiano -, Baroja dijo: “¿Lo ven ustedes? No hay cosa peor que ponerse a pensar en cómo se dicen las cosas, porque acaba uno de perder la cabeza. Yo había escrito aquí:”Avinareta bajó de zapatillas”. Pero me he preguntado si está bien o mal dicho, y ya no sé si debe decir:”Avinareta bajó de zapatillas, o bajó con zapatillas o bajó a zapatillas…”.
Como brillantemente dice el sacerdote e historiador, Miguel Iglesias Hernández, los escritores del “98” se impresionarían por la defensa “que los pueblos del norte cacereño hicieron del absolutismo regio, y el visceral rechazo del liberalismo político…”. Tan es así, y siguiendo la erudición del amigo y admirado Miguel, Baroja situaría la acción de su novela “Los guerrilleros del Empecinado” en Coria. Nadie como él, ha dedicado tantas horas en bucear por ese tiempo dormido de la “torva e inmóvil” ciudad episcopal, tan vinculada a cuantos recibimos del prelado, aquel bofetón: el que nos daba el obispo de Coria: “para que nos acordásemos de la Confirmación”.






