Lo que ha pasado en el Partido Socialista de Madrid, me recuerda a los ataques preventivos que defendió en su día Estados Unidos contra los países que pudieran suponer una amenaza para los estadounidenses. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez y toda su Ejecutiva, ha argumentado en el cese de Tomás Gómez que: «acuerda la suspensión de actividad del PSM-PSOE al constatar el deterioro de la imagen del PSM-PSOE ante la ciudadanía y al entender que el PSM-PSOE carece de la estabilidad orgánica necesaria para afrontar con garantías el proceso electoral que desembocará en los comicios del próximo 24 de mayo».
Días antes, Sánchez apoyaba sin fisura a Tomás Gómez. Además argumentan que: «existen procedimientos judiciales que afectan directamente o indirectamente al PSM-PSOE, y a su dirección regional: La «Operación Púnica», actualmente bajo secreto de sumario, en la que resultaron detenidos el alcalde de Parla, su jefe de gabinete y un ex portavoz del Ayuntamiento de Aranjuez; el caso del tranvía de Parla, que actualmente
está siendo investigado y en el que se ha solicitado la imputación de los concejales del PSOE que aprobaron las desviaciones presupuestarias».
Pedro Sánchez destituye «por si acaso», sin dar cabida a la presunción de inocencia y mucho peor, abriendo la veda a que ocurra lo mismo en muchos lugares de España. Podría hacer lo propio en Andalucía, donde los escándalos son vomitivos. Y es Andalucía donde debería actuar el PSOE.
Que Dios, los astros o quien sea, libre a Pedro Sánchez de que le salga algún corrupto dentro o cerca de su Ejecutiva; directa o indirectamente porque desde hoy, tiene la obligación de autodestituirse en tal caso, aunque él no esté ni imputado ni implicado.