He permanecido unos días sin aporrear el ordenador con respecto al torneo que se iba a jugar en Mérida del World Pádel Tour hasta escuchar distintas opiniones, pues ninguna me convencía. También debo reconocer que estaba esperando qué tenía que decir ella, doña Trinidad Nogales Basarrate, consejera de Educación y Cultura del Gobex, voz autorizada y reconocida arqueóloga, muy respetada por mí y por el resto de los emeritenses, ya que junto a su marido, José María Álvarez Martínez, director del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR), ha realizado un gran trabajo por el patrimonio emeritense.
Estaba a la espera de su opinión, repito, como voz cualificada al respecto. No esperaba por su parte un no al World Pádel Tour porque sería ir en contra de su partido y de su gobierno, pero mejor hubiese sido que la organización del torneo hubiese tomado antes la decisión de suspenderlo en el Anfiteatro Romano porque las explicaciones de doña Trinidad, cuando llegaron, me dejaron con la boca abierta. En su decir la Unesco recomienda dar publicidad a los monumentos. Y se quedó tan ancha y tan pancha.
Nadie mejor que usted para saber que el Anfiteatro no era un lugar adecuado, pues si al monumento había que cubrirlo completamente de una estructura metálica, ¿qué sentido tenía entonces hacerlo en el mismo? Si no se iba a ver. Se apreciarían algunas piedras y la estructura ovalada del recinto, pero ese no hubiese sido el Anfiteatro Romano, sino una pista más de pádel en la que jugar un torneo mundial. Es como si en las representaciones del Festival Internacional de Teatro Clásico se colocara un muro de hormigón o de cartón piedra, lo mismo da, delante del monumento. Sí, el teatro estaría ahí, pero no se vería el monumento que es lo que realmente le da empaque a la representación.
La no celebración del World Pádel Tour en Mérida supone un gran fracaso para la ciudad y para toda Extremadura en su conjunto, fracaso que viene dado por no querer reconocer que Mérida tiene otros lugares apropiados para realizar un torneo de pádel vistoso y que llegue al mundo entero. Los jardines del Acueducto de Los Milagros, por ejemplo, o la Isla, con los puentes al fondo, serían escenarios que no dejarían a nadie indiferente. El problema reside en que el Gobierno de Monago dice a todo que no por norma y que usted y el alcalde de Mérida, Pedro Acedo Penco, tragan con todo lo que diga el presidente aunque les parezca una locura. Nadie se para a pensar qué es lo más conveniente: no es no y punto.
Y todos ustedes me defraudan, como emeritense, porque se ha perdido una gran oportunidad de dar a conocer el conjunto arquitectónico declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y todo porque no se ha sabido negociar con la organización desde un primer momento. Consecuencia, 200.000 firmas en internet en contra de su celebración en el monumento y el hazmerreír de toda España. Cuando las cosas no están fraguadas como se debe no se pueden tirar cohetes. Y Monago, Acedo y Nogales han levantado los pies en polvorosa y les ha salido el tiro por la culata. El World Pádel Tour no se celebra en Mérida y se va a otra ciudad española, que disfrutará de buen deporte y tendrá una proyección que se hurta a la capital de Extremadura, como se hurtan muchas otras cosas sin que el primer edil diga nada.
Ahora parece que con la consecución del Estatuto de Capitalidad está todo hecho. Mire usted, señor Acedo Penco, alcalde de Mérida, los vecinos de la calle Pizarro llevamos años denunciando que en la esquina con Benito Toresano hay un sumidero defectuoso, que puede causar una desgracia si un niño pequeño introduce el pie. Se lo hemos dicho a la Policía Local en infinidad de ocasiones, pues nada. Ya se han caído dos personas mayores y sigue igual. En la calle Maximiliano Macías los coches desembocan en Pizarro cuando deberían hacerlo en Legión V, nada de nada. Y así estaría todo el día. Hacer ciudad no es solo un Estatuto de Capitalidad. Es hacer la vida más agradable a los ciudadanos, pero no solo en época de elecciones, que ahora nos viene con un parquecito en la Plazoleta de Pizarro.
Por el contrario de lo que pudieran pensar los lectores que me siguen, que son miles y cada día más, no les voy a pedir la dimisión por la no celebración del torneo de pádel. Ustedes ya son mayorcitos para saber que por su ineptitud o falta de eficacia hemos perdido publicidad e ingresos económicos y que por su actitud se han echado en encima, al menos, a 200.000 personas que han abarrotado las redes sociales para que el mismo no tuviera lugar en el Anfiteatro Romano. No soy quien para dar lecciones a nadie, pero como emeritense y extremeño me siento defraudado y engañado. La política está para servir al pueblo, por lo que les recomiendo que se lean el magnífico trabajo de Félix Pinero en esta misma tribuna y recapaciten qué es lo que realmente son: políticos o tuercebotas.