Digital Extremadura

¡EXTREMEÑOS: LAS CIGUEÑAS YA ESTAMOS AQUI!

OPINIÓN
Comparte en redes sociales

[Img #48644]Qué tendrá esta tierra vuestra, que estamos deseando volver aquí, “por San Blas la cigüeña verás” y hasta nuestras alas se hacen más ingrávidas, ligeras, como si flotáramos sobre estos lienzos verdes, parajes donde retornamos llenas de nostalgia, que es muy larga la ausencia hasta posarnos con delicadeza y andar sobre estas pasarelas, con esa majestuosidad que nos inspira esta tierra, que no os imagináis, en estos pagos, la tristeza de nuestra ausencia, similar a la de vuestros Conquistadores, o a esos seres que han perdido el sol de la mañana y el adiós de la tarde, emigrantes que llevan en sus ojos el paisaje prendido en la retina de barbechos tristes. Cómo celebramos estar aquí, en la pincelada ocre del Gordo, sobre estos tejados de llanto y, paradójicamente de alegría, como el eco de una sonata que sale de la iglesia, suspiros e imágenes que se cuelgan en vuestras y nuestras retina, que hasta Unamuno cuando nos vio, en ese pergamino eterno de la Vieja Norba, diría, emotivamente: ”Y así van las horas /paso a paso, / al pie de las torres / donde se alzan centinelas de modorra / las cigüeñas de Cáceres.” No sabemos qué tiene esta tierra, donde nacían los Dioses, para conmovernos; esos rapsodas que nos cantan: ”Ahora ya conozco tu apostura / tu lento vuelo sesgo, tu paso señorial / cigüeña de San Blas / que nos augura el luminoso abril”.

 

Contamos los vuelos para retornar a esta tierra, que dicen parda, parda o verde, qué más da. Y aquí nos veis, que los chicos decían: “Mira esa boda”. Así que sonaba el órgano de vuestras catedrales y no sabéis cómo añoramos el viento musical de esos órganos y los tañidos de las campanas. No, no sabemos cómo mundo. Quizás, nuestros antepasados tocaran los órganos del viento y, hasta quien sabe, si no sonaría la sinfonía del Nuevo Mundo, de Vorsak. Aquí estamos: libres de elegir espadañas y campanarios, en este misterio de ir y venir, repartirnos sobre los tejados de la ancianidad de vuestros monumentos, veros o privilegiadamente, bien sea en esas joyas pétreas de palacios, catedrales e iglesias y allí donde intuimos otro mundo.

 

 En El Gordo,  el aire nos acaricia como una melodía y soñáis con nuestra llegada, que somos ejército, y admiráis la habilidad para levantar nidos de trescientos kilos. Pero quizás El Gordo no pueda vivir sin nosotras y viceversa. No, no os importa que “tomemos” los tejados. Todos debéis / debemos estar mutuamente. Tal vez  ya no estén por ahí el curandero, apodado “El Mellizo”, que curaba el cáncer con unas raíces; y los hermanos Canario, pastores que llevaban piedrecitas mágicas para los rayos, ni Willy, que defendía el celibato, ni “El Bala”, que iba y venía andando, en el día, del Gordo a Medina del Campo, ni el Obispo Lorenzo Igual de Soria – más de un siglo -, ni el padre del recordado periodista Carlos Zeda, condecorado por Alfonso XIII.

 

¡Extremeños: ya estamos aquí y quizás estaréis orgullosos de nosotras¡ Bienvenidas, diréis. Estos pueblos, cada día, languidecen y se sienten, cada vez, más apenados. Con nuestra llegada, quizás haya más vida. Os parece poco.

 

Juan Antonio Pérez Mateos, escritor y periodista.

 

A Nines y su hermano, José Trujillo, voz de oro, párroco de la madrileña Iglesia de Las Nieves. In memorian: A Rafael Gonzalo Bravo, amigo e ilustre letrado y a Carlos Zeda, compañero en las tareas periodísticas.


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *