CUANDO LLORAN LOS ÁNGELES, LLUEVE

Capacitación es una palabra no muy en boga. En su lugar aparecen otros términos como
formación, instrucción, suficiencia….Pero a mí me gusta la palabra capacitación: por lo
que tiene de veracidad, de «agarrarse» al terreno.

Verán amigos, la mayoría de nosotros ha debido «moldearse» con ayuda, claro, pero con
mucho esfuerzo y tenacidad. No siempre los objetivos estaban marcados, y si lo estaban,
no nos convenían porque se nos antojaba que lo de siempre no era lo que buscábamos
para el propio progreso. En los principios de nuestra evolución, todos hemos recibido
determinados reclamos de algunas fuentes, que de haberlos seguido hubieran cambiado
el ritmo de nuestra historia particular. Pero la intuición funciona y ello permite, en la
mayoría de los casos, el no tomar decisiones que con el tiempo se hubieran demostrado
erróneas.

¿Y en qué consiste la capacitación? En la aptitud y disposición para conseguir unos
objetivos. Se puede hablar de ella en muy diferentes esferas. Está la personal, la
específica de la profesión, la de las relaciones… incluso la del aficionado. Capacitaciones
hay muchas, pero todas provienen de un aprendizaje, fruto de lo que en las ciencias se
conoce como cambio conceptual, representativo en dos formas: por asimilación de
nuevos conocimientos en el modelo mental de cada aprendiz, o por acomodación que
revisa el saber incorrecto que cada uno posee con respecto a determinadas cuestiones.
Dicen los expertos que un cambio conceptual necesita de cuatro condiciones para ser
posible: que sus precedentes produzcan insatisfacción por ser conceptos manifiestamente
alejados de la realidad, y que sea inteligible, plausible y fructífero.

Inteligible, plausible y fructífero, son términos referidos a nuevos conocimientos o
proposiciones y tienen que ver, respectivamente, con que lo nuevo debe ser entendido
por quien aprende, con que la idea que se acepte ha de resolver los posibles problemas
generados por sus antecesoras y con el potencial que deben tener los nuevos conceptos
para poder extenderlos a otras áreas.

Digámoslo a lo castizo: en un momento dado, intelectualmente se llega hasta dónde se
llega. Unas teorías o conocimientos previos pueden quedarse desfasados por las
circunstancias, por los hallazgos e investigaciones, por la edad… y entonces es necesario
un avance que viene tras de lo que los expertos llaman conflicto cognitivo. Por lo que
tiene (primero) de desajuste en la propia organización mental existente de quién lo
experimenta y (segundo) por la acomodación del concepto nuevo que al final (si el
aprendizaje es cierto) se logra.

Así aprenden los niños que la lluvia no proviene del llanto de los angelitos cuando están
tristes, o que de verdad no hay reyes magos que en una sola noche son capaces de
colocar juguetes en todas las casas de todos los niños del mundo… Ay, la ciencia! Tan
interesante.