FRAY JUAN GIL, LIBERTADOR DE CERVANTES

[Img #53661]“Albricias, caro Aurelio, que es llegado un navío de España, y todos dicen, que es de limosna, cierto, en el cual viene un fraile trinitario, cristianísimo, amigo de hacer el bien y conocido, porque ha estado otra vez en esta tierra rescatando cristianos, y dio ejemplo de una gran cristiandad y gran prudencia. Su nombre es Fray Juan Gil.” Así premiaba Cervantes a su libertador, épica de un tiempo y una España tan singular como aventurera, en la “Castilla que face los homes e los gasta”. El Arévalo de esa época tendría un apartado de grandeza para incluirlo en la santidad del hombre, fray Juan Gil, quien tendría la fortuna de conocer a Iñigo de Loyola y a Juan Yepes, más tarde San Juan de la Cruz, hijo de una tejedora, viuda que huía de las penurias de Fontiveros. En ese ambiente entre la milicia y la espiritualidad, Juan  Gil, trinitario, pasaría por Valladolid y Salamanca y estaba escrito en las estrellas, este fraile que recorrería Castilla para redimir cautivos, vida tan fascinante para recaudar fondos para la obra de la redención. Tras una gran epopeya, fray Juan Gil salvaría a “El manco de Lepanto”, magna epopeya, entrevista previa con Felipe II y, de esa guisa, salvar al genio de nuestras letras. Esta labor era muy clave en  La Orden Trinitaria.

 

Genial y combativo, Cervantes conocía muy bien la dureza de las cárceles, y el arte de la guerra tras la épica de Lepanto, que sería rescatado del aventurero Hassan Bashá, rey de Argel, – “y costó su rescate 500 escudos de oro en oro”-.y tuvo el ardid de ocultar 2.415 escudos de oro. Fascinante historia. A buen recaudo, el genio de nuestras letras llevaba una carta de Don Juan de Austria, capitán general de los ejércitos cristianos. No obstante, tendría que esperar cinco eternos años, para alguien como el escritor, amante de la libertad. ¡Su rescate! Tras una laboriosa búsqueda de dinero. ¡Toda una epopeya!. Ahí surgiría “el milagro” que, en ocasiones, cambia la vida de los hombres, especialmente en tiempos revueltos, como aquellos, donde la suerte surgiría, milagrosamente. El año que apresaron al “Manco de Lepanto”, un sencillo fraile de Arévalo, Juan – Gil sería nombrado Redentor General de Cautivos. Durante dos años, el samaritano fraile, buscaría dinero para liberar al genio de las letras españolas y, para ello, hasta recurriría, a españoles ricos, gracias a la aventura de América, cuando el mar llenaba de lágrimas los ojos y la muerte viajaba con las olas, y se lloraba en los barcos, entre la mar revuelta y la supervivencia.

 

Tras la batalla de Lepanto, al regresar a España, Miguel y su hermano Rodrigo serían tomados como esclavos; Miguel, vendido a Hassan Bashá, gobernador de Argel. Como oro en paño llevaba una carta de recomendación de don Juan de Austria. El año 1577, siempre con prudencia, buen tacto y dinero – veinte mil ducados – rescataría a doscientos cuarenta prisioneros. En esa expedición, no se hallaba Cervantes.

 

Todo llegaría: Fray Juan Gil sería el salvador del genio de nuestras letras. Procurador General de la Orden, no cesaría en redimir cautivos y, con este fin, peregrinaría por conventos trinitarios, en obispados, en el Consejo Real de Indias o de las Ordenes Militares. Su empeño: reunir dinero como fuese desde el púlpito, hasta por calles y plazas…Felipe II ordena que se le entreguen a Fray Juan Gil ciento noventa mil maravedíes.

 

Cervantes y su hermano Rodrigo seguían en poder del gobernador Hassan Bashá. El rescate del escritor era muy elevado. Incansables, sus padres no cesaban de reunir más dinero. Perteneciente como esclavo al patrimonio personal del gobernador, Cervantes y Juan – Gil tenían buena relación y el fraile lograría que se rebajara el dinero por liberar a Cervantes. El día 19 de septiembre de 1580, recobraría la libertad. El 27 de octubre Cervantes desembarcaba en Denia. Fray Juan Gil el 27 de agosto de 1583. Tan enfermo, que moría en Arévalo, donde había nacido, el día 25 de noviembre de 1587.

 

Juan Gil nació y murió en Arévalo (1535 – 1604).Buen conocedor de esta epopeya, Adolfo Yáñez. Arévalo acaba de celebrar las Edades del Hombre y, este año, se cumple el IV centenario de la muerte de Cervantes.