personajes
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Hay dos clases de seres en el mundo: aquellos a los que merece la pena seguir de  alguna manera (admirativa, compasiva o expectante) su trayectoria y aquellos a quienes no nos molestaríamos en observar siquiera unos segundos. 

Es evidente que esta clasificación tan descarnada es solo una de las muchas posibles que los seres humanos solemos hacer. Ya saben ustedes que con cambiar el criterio a seguir, cada uno puede inventar innumerables divisiones. En “buenos” y “malos”, “artistas” o “no artistas”, “ricos” o “no ricos”… y así, hasta el infinito.

Leo en una revista internacional un artículo cuyo título “Personajes a elegir en 2023” ya predice lo que vamos a encontrar en él. En realidad no debe tipificarse simplemente como un artículo cuando constituye el meollo del número mensual que estoy hojeando, que tiene mucha “miga”.

Yo me pregunto: ¿a qué personajes seguirían ustedes -movidos con una sana curiosidad- en este año 2023? Por favor, no sean tímidos y díganme 20, 15 o 5 figuras, al menos, cuyos hechos y trayectorias les impulsen a seguirles. Para referenciarlos como líderes, para practicar y aprender co su ejemplo, incluso para envidiarlos, amarlos u odiarlos? Personajes de su entorno cercano, de carne y hueso, reales, de esos que se pueden aquilatar. Que no son productos publicitarios, ni precisan asesores que les digan la ropa que deben ponerse; no los imponen las marcas, ni los entroniza ningún programa basura, o revista del corazón. Gente que no se gaste para promocionarse tanto dinero en los medios como hoy algunos se gastan. Díganme.

Con intención sana de no “contaminarse” en la elección les ruego que aparten todos aquellos nombres de los que ustedes dependan o pudieran depender por lazos laborales o emocionales. O por criterios patriarcales o ideológicos. Fijen, por favor, sus ojos en personajes interesantes según su propia manera de ver la vida, sus hechos y objetivos. Y ruego se esfuercen en ser ecuánimes aquellos militantes abducidos de una determinada fuerza política o los adoradores de ídolos, de influencers y cosas así…

Por ejemplo: ¿De la clase política, a quien seguirían? ¿quien les produce, por sí mismo, interés, curiosidad o admiración? ¿Que trayectoria y de quien, admiran por inteligente, coherente, provechosa? ¿Y del grupo de los empresarios y financieros? ¿Y de los proveedores, o gente de la cultura? ¿Y de los investigadores? ¿Y de los maestros y sanitarios?

Hagan el ejercicio, por favor. Pero no contesten en modo genérico, no me digan “la clase médica” o “el mundo de la cultura”, por citar sólo dos casos paradigmáticos. Háganlo, fijándose no en el grupo/tribu, sino en las individualidades, una a una, sean hombre o mujer. Háblenme de ellas. Despacio y con buena letra. Y detállenlo. Fíjense en lo qué hacen esas personas y si les coinciden las palabras con los actos. E investiguen cómo incide su trabajo en el deambular del mundo, en nuestro entorno cotidiano. Haberlas, haylas, pero ¿tenemos a estas personas realmente identificadas? ¿O sucumbimos a esa riada incesante de juicios que cada día nos dicen a quienes debemos reverenciar? De vez en cuando recuerdo el pasaje de Abraham negociando con Yavé la no destrucción de un territorio, a cambio de los justos que habitan allí. Pues eso.


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