Estimado João: En unos meses se cumplirán tres años desde que el Atlético de Madrid pagó 127 millones de euros por ti, una cantidad pornográfica, que incluso ponía en riesgo la economía del club, rubricando una apuesta enorme por tu carrera profesional. El precio de tu traspaso no es culpa tuya y obedece a las leyes del mercado, pero sí deja patente que el Atleti creyó en tus posibilidades poniendo sobre la mesa, fajo tras fajo, la cantidad de dinero que, por unas razones u otras, no pusieron Manchester City, Juventus, Barcelona o Real Madrid, que como sabes perfectamente, estuvieron pendientes de ti hasta última hora, cuando el Atleti hizo un viaje relámpago, convenció a los tuyos, puso la tela y te puso al Cholo al teléfono para convencerte de que habías elegido el mejor destino posible. Los trabajadores del club te presentaron en sociedad con acierto, en pleno museo, con aquella frase que te sigue definiendo a la perfección: «puro talento«.
Esa magia la tenías, la tienes y la seguirás teniendo. Y sin embargo ahora, cerca de cumplir tu tercer año como rojiblanco, cuando quizá no sea el mejor momento del equipo – la clasificación no engaña- y tampoco atravieses la mejor situación por culpa de la pandemia, las lesiones, las suplencias y alguna discreta actuación, es cuando debes sacar lo mejor de tí mismo. El club te necesita, el entrenador te necesita, el vestuario te necesita y tu mismo te necesitas más de lo que crees. No hay un sólo aficionado colchonero que no aprecie tu calidad técnica, tus maravillosos regates, tus fintas mágicas y tu calidad cuando entras en contacto con el balón. La gente se muere de ganas de aplaudirte y lo sabes. Cuando te has lesionado, se ha entendido. Cuando has sido suplente, no se ha debatido en exceso. Cuando has caído contagiado, se ha asumido. Cuando te has autoexpulsado, se ha permitido porque eres muy joven. Y cuando se te ha usado en los medios como ariete para zurrarle a tu entrenador o cuando has puesto alguna que otra carita, la gente no se te ha echado encima. Primero, porque te quieren ver feliz. Y segundo, porque todo el mundo espera que explotes de una vez, porque eres muy bueno. Incluso mejor de lo que se dice y de lo que crees.
Sin embargo, el crédito en fútbol no es infinito. Y el fútbol no tiene memoria. Ahí tienes a Simeone, que es Dios en este club y al que por cuatro malos partidos se le está poniendo en solfa y se duda de él. Imagina qué puede pasar contigo si hay quienes critican a «Diego Padre» con todo lo que le ha dado a este club. Y luego piensa en ti. Piensa en lo que le puedes dar al Atleti y no en qué te está dando el Atleti a ti. El club ha crecido tanto que ya no espera a nadie. Te tienes que subir en marcha al tren, descarrile o no. Se agota el tiempo, se acaban las excusas y de una vez por todas, tienes que ser lo que puedes ser. El jugador con más talento del equipo. El tipo que deje de hacer jugadas y decida partidos. Un futbolista que pase de bonito a bueno. De intermitente a determinante. Sí, sé que es difícil tener continuidad cuando no tienes el puesto de titular asegurado, pero tienes que ganártelo como han hecho otros. Sí, es duro responder a la expectativa cuando no tienes demasiados minutos, pero tienes que demostrarle al entrenador que cada vez que te deja en el banquillo, se está equivocando. Sí, habrá días que tengas ganas de pedir la cuenta porque se está siendo injusto contigo, pero cuando pienses así, reflexiona sobre el esfuerzo que hizo este club por ti, porque otros no lo hicieron y ahora te calentarán la cabeza diciendo que te equivocaste porque el Atleti no es tu lugar en el mundo.
Sí, es difícil demostrar lo que vales cuando te pegan patadas como si no costase y te golpean por turnos en cada partido, pero nada se ha escrito del jugador que se deja intimidar por dos coces. Eso lo hacen los cobardes y tu no lo eres. Sí, es complicado brillar cuando otros compañeros no están a la altura, pero pregúntale a Paulo Futre qué hacía cuando las cosas no iban bien: apretaba los puños, regateaba y se echaba al equipo en la espalda. Lo que hubiera dado él por jugar en el equipo donde juegas. Querido João, afronta el desafío emocional de una vez. Los atléticos tienen ganas de que la rompas y el entrenador no pondrá puertas al campo si te lo comes. Mira el escudo que llevas en el pecho, piensa en lo grande que lo puedes hacer y atrévete, de una vez por todas, a demostrar el excepcional futbolista que llevas dentro. Se te espera y se te necesita. Camina o revienta. Has nacido con un don. Demuéstralo. La gente te quiere, pero habla donde debes. En el campo. Alto y claro.