Querida “Ari”:
¿Recuerdas aquel día en que paseábamos por el Parque del Príncipe y te quedaste puesta, indicándome algo que había en el barzal del arroyo seco que baja de la Fuente del Hinche? Sí, el conejito aquel. Luego vi algo más, que salió de un árbol: una tórtola, turca no, común. Pues ya llevan tres meses por aquí. Este año, sin ti, no será lo mismo. Tal vez no vaya. ¡Vale, vale, no me riñas! Está bien: iré. Luego te contaré lo que haya habido.
¿La epidemia? El acabose. Esta sociedad está mal. Por cada cuerdo hay tres idiotas empeñados en mandarnos a todos al averno. Reuniones, botellones, fiestas. ¿Pero cómo hay tanto bobo suelto, con ese virus al acecho, deseando meterse en nuestra alma mortal? Bueno, no te cuento más, que me altero, y sabes que nuestro prócer y maestro Séneca decía que lo peor de todo es la ira. De modo que calma.
¿”Choc”? Tú ya lo conoces. Es un espíritu inquieto y un diablillo sin remisión, pero no es malo, el pobre. Huérfano sin tu compañía, a veces le veo cierta tristeza en la mirada. Te echa de menos tanto como yo. Sí, que sea paciente con él. Acostumbrado a ti, que no hacía falta decirte nada. Por lo demás, Norba, ya sabes, que me lo has oído muchas veces: palidece. Se empeñaron en convertirla en un espectro de desolación y lo van a conseguir. Esa manía de vaciar el centro y llevarlo todo a las quimbambas. Ahora con la epidemia y la alarma, la repera. Un último ejemplo, Ari, para que veas. Cerca de Cañaveral van a extraer litio, dicen; pues por lo visto ¿Sabes dónde van a ubicar la fabrica de las pilas que se fabrican con el dicho litio? En Badajoz. Sin comentarios.
Que nos quiten lo cazado, Ari. Eso no podrán hacerlo. Te abraza tu amigo. SCM.