ari
Comparte en redes sociales

Querida Ari: Ya sabes que en agosto no estoy. Te echaré de menos allá arriba, junto  la Bahía que tantísimas veces hemos contemplado juntos. También sabes que viajar me pone malo y que días antes de emprender el viaje me entra una especie de . agonía en el ánimo que soy incapaz de disimular. El caso es que luego disfruto viendo los parajes que atravesamos. Parece que te estoy viendo echadita e el asiento de atrás. ¿Recuerdas cuando parábamos en esa gasolinera por Fuentesauco o por ahí? Salías y te ponías a cazar y alguna vez echaste al conejito entre el pastizal. Tiempos aquellos, Ari, que no volverán.

Me preguntas que cómo va el asunto de la pobre patria ofendida. Mal, Ari, cómo va a ir con la exuberancia de la mala hierba que ha crecido por doquier. La economía, de pena. Va uno por las calles mirando las tiendas cerradas y dan ganas de echarse uno al monte.  Lo peor es que hay demasiada gente que justifica este marasmo. Olvídate Ari. Eso es mejor no darle vueltas.

Que si Media Veda. No lo sé. No sé cómo vamos a soportar la felonía de que nos hayan eliminado la tórtola como pieza cinegética. Hay que ser ignorantes y malvados. Mira que se lo hemos explicado veces…pues nada, con prohibir, arreglado el asunto.

Ah, lo olvidaba. Cómo lamento que no estés conmigo el año próximo cuando maneje la “Berestard” del doce con perrillos exteriores, que he heredado de mi amigo Juancho Viola. A ver, hermana, ya tú sabes que con esas pequeñas y humildes ilusiones vamos aguantando este desconsolado vivir. Pilar se va encariñando con “Choc”, pobrecito; pero sabes que como te quiso a ti nunca querrá a nadie. El niño, enorme; si lo vieras te asustarías. Y yo, tú me conoces de sobra, “mas torvo y menos fuerte”. Un fuerte abrazo.


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *