MERCADO FRANCO CACERES

De mercados y otros asuntos

OPINIÓNCÁCERES
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Abogo por la conveniencia de hacer las cosas bien, aunque se tarde un poco más de
tiempo. Lo contrario puede convertir una tarea en baldía y en carencia para muchos años.
Dos ejemplos cercanos me vienen a la cabeza: la necesidad de ampliación del cementerio
y una nueva ubicación del mercado franco. En esta ciudad.

Empecemos por lo segundo. Existía un proyecto consensuado con los diferentes
colectivos en la legislatura 2007/2011, pero nadie lo ha seguido. Ni los comerciantes, ni
los vecinos, ni por supuesto los equipos posteriores al 2011. Era un proyecto terminado,
de suelo fijo, con luz, agua y aseos, en una de las zonas más pobladas de Caceres, pero
suficientemente alejado de las viviendas para no molestar. No fue posible hacerlo
realidad, por falta de tiempo y el grupo político que vino después lo ignoró y nadie del
resto de partidos o usuarios lo reclamaron. Así que se perdió.

El primero de los ejemplos tiene que ver con la necesidad de nuevos nichos en el
cementerio de la ciudad. Hubo también un proyecto de construcción de un nuevo
camposanto, dado que el actual está muy colmado y es un tema particularmente sensible
para la ciudadanía. Su coste se sufragaba con fondos asignados del famoso Plan E.
Costó esfuerzo y tiempo que el ministerio responsable lo aceptara, al principio entendía
que no era afín a las objetivos de la convocatoria, pero al final lo hizo. Ha sido otro
proyecto perdido para la ciudad, una vez que entró un nuevo equipo en el ayuntamiento.
Tampoco nadie lo reivindicó.

Imagino que a todos los que hemos ostentado cargos de gestión nos contestan lo mismo
cada vez que damos nuestro parecer y no es conforme con la loa a la oficialidad: “pues no
se cómo dices nada, tú también estuviste ahí, apoya y cállate!”. Pero, amigos, sucede que
nadie se hace maduro de golpe, sino de forma lenta y gradual, a veces con retortijones y
hasta ¡con verdaderas crisis de crecimiento! Siempre me pregunté que era lo que volvía a
mi padre tan sereno y estoico ante los avatares de la vida. Ahora lo entiendo, la edad
tranquiliza las emociones y controla los deseos de la juventud. Te abre los ojos.

Sucede a menudo en política que los que llegan no suelen sentirse concernidos por lo que
han hecho los anteriores. Si se sienten inseguros, tienden a no agitar demasiado las
aguas, no se les desboquen en demasía. Continúan con el esquema prefabricado que
encontraron a su llegada y las innovaciones suelen ser poquitas y bastante prescindibles
para no crear confusión. No lo digo en tono de crítica, sino como aseveración largamente
demostrada. Esto se ve cuando observas a muchos equipos municipales. En algunos
proyectos no hay continuidad mientras que en otros más cercanos pervive la inercia.
Depende de las circunstancias y capacidades de cuantos intervienen, claro.

Tal como yo lo veo, un gobierno realiza aquello para lo que se siente destinado, pero
necesita tener un modelo concreto de ciudad, pueblo o nación. Planificando proyectos,
intentando hacerlos reales. Insistiendo, aunque puedan quedar en humo de borrajas -a
pesar de su interés- por falta de tiempo, de presupuesto, etc. Una mínima máxima de
actuación debiera ser la de no dejar pasar ninguna oportunidad que beneficie a sus
convecinos.


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